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Actualizado: 20 de junio de 2025
Explica al pueblo la terribilidad de los suplicios eternos, porque no pocos perseveran todavía, obstinados en sus vicios, y se hacen sordos á los avisos de los Padres y al llamamiento de Dios.
El ciego seducido se apresta á obedecerla, pero la Razón se echa á sus pies para impedirle que toque á la fruta prohibida; el hombre, entonces, llama á su socorro á la Voluntad, y, desoyendo los avisos de los elementos, lanza á la Razón en un precipicio.
Los avisos anunciando que no se expendían billetes para determinadas poblaciones del Norte indicaban cómo iban cayendo éstas, una tras otra, en poder del invasor. El empequeñecimiento del territorio nacional se efectuaba con una regularidad metódica, á razón de cincuenta kilómetros diarios.
¡No es precisión leer hasta los avisos! Partamos por mitad, lo que es excesivo, y tenemos 30 páginas de lectura en sólo dos diarios... ¡eh!... agrégale otro tanto por la tarde. Yo leo lo que me interesa.
Yo carezco de su fe: no soy alemana y me repugna ser espía... Siento vergüenza al considerar mi vida actual; pienso todas las noches en el resultado de mis abominables trabajos; calculo el empleo que pueden dar á mis avisos y mis informes; veo los buques torpedeados... ¿Cuántos seres habrán muerto por mi culpa? Tengo visiones: mi conciencia me atormenta. ¡Sálvame!... No puedo más.
Llamado Roger de su fatal destino, ni advirtió su peligro, ni advertido lo temió. Muchas veces por mas avisos que un hombre tenga no puede escapar de la muerte y fines desastrados; aunque Dios nos advierte con señales manifiestos y claros, puede tener una loca confianza que nos quita el discurso para que no veamos los peligros donde está determinado nuestro fin y castigo.
Avisos de Pellicer, 19 de agosto 1642. «Domingo 17 de este fué dia de gran solemnidad en Madrid. En el convento de la Santísima Trinidad había un Christo milagroso con la vocacion de Christo de la Fé que vino de las Indias. Para el dia de su traslacion los familiares del Santo Oficio y los vecinos tomaron á su cargo el aparato de la fiesta.
Frígilis, en silencio, tuvo una vez más ocasión de negar la existencia de los avisos sobrenaturales. Se había destocado y su cabello espeso, de color montaraz, cortado por igual, parecía una mata, una muestra de las breñas.
En los Avisos históricos de D. Josef Pellicer, especie de periódico que desde 1639 daba noticia semanal de los sucesos más importantes, se habla así de la muerte de Guevara: «Madrid 15 de noviembre de 1644.
En el claustro halló Gracián al Padre Francisco Sauri, buen sujeto, catalán, ministro y procurador del seminario. Tenía 39 años y llevaba ya 17 de Compañía. Su celo por el esplendor de la casa era extraordinario. Refiriole Gracián lo que había oído cantar en la puerta, y Sauri le dijo que aquel día había recibido el rector diferentes avisos misteriosos, unos amenazando, otros recomendando precauciones. El profesor de
Palabra del Dia
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