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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Como se quedó huérfano siendo un muchacho, y llegó a ser mozo independiente y libre con un caudalazo atroz, se aconsejaba muy a menudo de mi principal para la colocación de sobrantes y otros asuntos por este orden. Andaba yo muy cerca de ellos en esos casos; y como los dos me estimaban en más de lo que yo valía, obligábanme de vez en cuando a meter mi cuchara en la conversación.
Sonó luego una palmada, después un tiro... Velarde dio un salto atroz y un alarido horrible, y árboles, montes, tierra y firmamento giraron bruscamente derrumbándose sobre él para aplastarle: cególe después una nube de sangre, luego otra negra, y después nada... nada más vio en la tierra...
Un tal Maravillas: algunas veces anda por aquí, para que crean las gentes que estudia en el gran libro de la naturaleza: es filósofo y ateo. ¡Jesús! Sí, señora: un chico atroz. Ahora le trae al retortero la idea de publicar un periódico, y no acaba de publicarle. ¡Con qué sonrisilla nos mira!...
Me parece que vienen por ese lado. ¡Jesús, esto es atroz! Si viene una bala perdida... Adiós, me voy; toma, chiquillo, encárgate tú de esto. Es muy fácil. Ahí está el convento. Mira, en aquel callejón está la puerta del torno. Entras, preguntas por la Srta. Inés, la novicia..., pues. Dices que vas de parte de la Sra.
Terror inmenso llenaba su alma al ver que Maxi decía lo que decía con expresión de la más grande seguridad. Pero lo último que a Fortunata le quedaba que oír fue esto, dicho con exaltación de iluminado, y con atroz recrudecimiento de las sacudidas nerviosas de la cabeza: «Ha sido una revelación. El espíritu que me instruye me ha traído anoche esta idea... Misterio bonitísimo, ¿verdad?
Si yo me encargara de desarrollar el plan, lo haría de ingenioso modo, nunca visto ni en novelas ni en dramas. ¿A ver, á ver? interrogamos todos, yo por afán de penetrar los pensamientos literarios mi amigo; los demás por curiosidad y deseo de ver en todo su horror la cloaca intelectual de aquel atroz ingenio.
En suma, yo tengo cierta vaga esperanza, y pido fervorosamente al cielo que se realice, de que las grandes potencias de Europa, que forman tácita confederación para dirigir y ordenar la marcha civilizadora de nuestra especie, no contemplen con indiferencia la atroz iniquidad de que pretenden las Cámaras anglo-americanas hacernos blanco y objeto.
Esta pasión era el amor al despotismo, el odio á toda tolerancia, á toda libertad; era un realista furibundo, atroz, y su fanatismo llegaba hasta hacerle capaz de la mayor abnegación, del sacrificio, del martirio. Su carácter era apasionado por naturaleza, aunque los asiduos estudios le habían comprimido y desfigurado.
Que es hombre que gasta malas pulgas, y si se entera de que usted u otro cualisisquiera anda buscándole las vueltas pa torearle, pues, a la señorita y a usted, ú al que sea, lo hace polvo. El tal señor de Martínez es atroz de grosero y de mal hablao. Me tiene sin cuidado. Lo principal es que yo me haga simpático a la señorita..., luego..., si viene ya nos las compondremos como podamos.
Despues de un combate de dos horas, el capitan Pariamo fué el único que llegó á salvarse, y Gamarra, que se vió dueño del campo, siguiendo la costumbre de los Españoles, empezó por castigar de la manera mas atroz á todos aquellos que él suponia haber tomado las armas para alistarse en el ejército patriota.
Palabra del Dia
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