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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Llevaba impreso sobre su hermosa frente ese signo de melancolía que demuestra que una mujer no es dichosa. Es un atractivo que pocos hombres resisten. Los más atrevidos temen ofrecerse a la que parece no carecer de nada, pero la tristeza enardece a los tímidos. No faltaban, ciertamente, médicos a aquella alma afligida.

Rafaela tenía claro presentimiento de que si Pedro Lobo no había muerto en la pelea, no habría querido ni podido permanecer en territorio argentino y también se habría expatriado. Estaba además segura de su poderoso atractivo y de que él no se iría a Europa sin pasar por Río y sin venir a verla.

Robledo creyó que para ella las horas habían sido igualmente largas como años. Parecía más vieja, pero no por eso dejaba de ser hermosa. Su belleza ajada era más sincera que la de los días risueños. Tenía el melancólico atractivo de un ramo de flores que empiezan á marchitarse.

Esta es la exposición del estado en que según nuestra apreciación se encuentran hoy las Filipinas, si bien dejando de tratar algunas de las condiciones sociológicas y políticas, de las que hemos creído prudente prescindir por no lanzar censuras en las cuales haríanse resaltar las suspicacias injustificadas, causantes del abandono en que los principios que informan el derecho civil se tienen en aquel país, en el que no existiendo palpitaciones políticas que repercutan unísonas al compás del gran corazón de la patria, mantienen en la más punible orfandad á los que veneran los principios de una unidad imperecedera como origen de próspera fraternidad, dejando el campo libre sin otro atractivo en estos ideales á aquellos que por ambición desmedida é injustificada sustentan las bastardas pasiones de un prematuro separatismo.

Colecciones de esta especie, si bien no tendrían igual mérito literario que las de los autores más famosos, ofrecían, sin embargo, el innegable atractivo de su misma variedad.

Porque, á medida que Soledad se hacía más reservada, sus raros momentos de expansión adquirían mayor atractivo, tenían un sabor exquisito que le resarcía de su creciente frialdad. Cuando esto acaecía quedaba anonadado, como si fuese la mayor desgracia que pudiera sobrevenirle, y se apresuraba á conjurarla por los medios que estaban á su alcance.

Era algo semejante al sacrilegio o al parentesco, que sazonan ciertas pasiones con el acre y atractivo perfume de lo prohibido y lo monstruoso.

Un mismo atractivo confundía en aquella época mi presente y mi pasado: entre Magdalena y la condesa De Nièvres no había más diferencia que entre un amor imposible y un amor culpable, y cuando abandoné Nièvres, estaba persuadido de que aquel amor nacido en la calle de los Carmelitas, sucediera lo que quisiera, allí debía ser enterrado.

Mario era un joven delgado, no muy correcto de facciones, los labios y la nariz grandes, los ojos pequeños y vivos, el cabello negro, crespo y ondeado, la tez morena. Una frente alta y despejada era lo único que prestaba atractivo y ennoblecía singularmente aquel rostro vulgar.

Está imaginando cosas que no tienen ningún fundamento. Nada hay de lo que usted sospecha. Así, es inútil que me hable con ese modito de lástima. ¿Pero qué sospeché yo? Le pido, le suplico que me hable con sencillez. No puedo hablarle con sencillez. ¿Yo sospeché?... La sencillez sería el silencio, y por demasiado tiempo he hablado en esa forma. También tiene su atractivo hablar complicadamente.

Palabra del Dia

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