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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


El asno bonito se acuesta...¡Las dos, y yo despierta!... »¡Qué silencio en la casa! Me volveré de este otro lado... ¡Oh!, ¡qué calor tengo! Me deslizaré a esta otra parte que está más fresca. Tengo un cuerpo precioso. Lo digo yo y basta... Vamos, ¿pues no me estoy riendo, cuando son las dos y no he podido dormirme?

En el interior de la casa ¡cuán extraño nos parecía todo, desde el asno filósofo doblándose bajo el peso de los sacos que descargaban cerca de las muelas, hasta el molinero mismo con su larga blusa siempre blanca por la harina! En toda la casa ni un sólo objeto dejaba de agitarse convulsivamente ó vibrar por la trepidación de la invisible cascada que rugía bajo nuestros pies.

Agradecióselo mucho Sancho, y, besándole otra vez la mano y la falda de la loriga, le ayudó a subir sobre Rocinante; y él subió sobre su asno y comenzó a seguir a su señor, que, a paso tirado, sin despedirse ni hablar más con las del coche, se entró por un bosque que allí junto estaba.

Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante. ¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

Díjole: «¿Cómo caíste?» Y disculpóse diciendo: «Madre, acabóseme el asnoAsí yo, que hablando veo 2180 Á tan discretos señores, Hago atrás mi entendimiento, Hasta que he venido á dar Con el silencio en el suelo. Tomen lo que se han ganado. 2185 DO

Llegó una mano de echar todos el resto, y si uno no diera partido a otro él hiciera mesa gallega. Finalmente, a los dos en aquel resto se les acabó el dinero y se levantaron; viendo lo cual el vendedor del asno, dijo que si hubiera cuarto, que él jugara, porque era enemigo de jugar en tercio. El Asturiano dijo que él haría cuarto.

Porfiaba Sancho que era venta, y su amo que no, sino castillo; y tanto duró la porfía, que tuvieron lugar, sin acabarla, de llegar a ella, en la cual Sancho se entró, sin más averiguación, con toda su recua. Capítulo XVI. De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él imaginaba ser castillo El ventero, que vio a don Quijote atravesado en el asno, preguntó a Sancho qué mal traía.

Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado: bastan por agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas no la sobrecarga.

Finalmente, sea lo que se fuere, yo la quiero bien. Y ya te he dicho, amigo, que puedes hacer tu gusto, o ya en irte a tu romería, o ya comprar el asno y hacerte aguador, como tienes determinado. #Al otro día# acudió Tomás a dar cebada, y Lope se fué al mercado de las bestias, que es allí junto, a comprar un asno que fuese tal como bueno.

Yo soy indulgente, soy hombre, en una palabra, y que decir humanidad es lo mismo que decir debilidad... Pues vienes y me lo cuentas a , en mis barbas; nada de tapujos... ¿Creerás que voy a venir con un revólver para pegarte un tirito y pegarme yo otro?... ¡Valiente asno sería si lo hiciera! No.

Palabra del Dia

vengado

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