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Actualizado: 11 de octubre de 2025


El asesinato era un hecho cierto, evidente, indiscutible. , dijo Jacobo, pero no le había cometido yo. En la cárcel, durante la prisión preventiva, me cogía la cabeza con los manos y me volvía loco, porque, como dices, la evidencia me aplastaba. Y, sin embargo, yo sabía bien que era inocente.

¡Oh! ¡excelentísimo señor! No os equivocáis; soy... el duque de Lerma. ¡Ah! exclamó el alcalde ; perdonad, señor, pero me habían dicho que en esta casa se había cometido un asesinato á instigación de... ¿De quién? ¿Me exige vuecencia que rompa el sigilo del proceso? Os lo mando.

La historia, la literatura están llenas de asesinatos de ese género, y Shakespeare, ese gran conocedor de las almas, no presenta, por decirlo así, otro tema trágico que el asesinato entre parientes.

Toda mujer percibe instintivamente que la promiscuidad no es un crimen natural como el robo o el asesinato, sino artificial inventado por el egoísmo de los hombres. Si no falta a su marido será porque teme a las consecuencias, no porque le aterre el pecado.

Tampoco quise dar parte a la autoridad de esta tentativa de asesinato de Machín; lo que hice fué contar lo ocurrido a la Cashilda y advertirle que si venía algo de fuera para Mary, no se lo diese. Ella, horrorizada, me dijo que no tuviese cuidado; si algo llegaba, ella lo detendría y me lo enviaría.

Hay marcadas sospechas contesté, aun cuando, según los médicos, ha muerto debido a causas puramente naturales. ¡Ah! ¡no creo! exclamó el monje, cerrando los puños fieramente. Uno de ellos ha conseguido al fin robar esa bolsita que él guardó siempre con tanto cuidado, y estoy convencido de que se ha cometido el asesinato para ocultar el robo. ¿Uno de cuáles? pregunté ansiosamente.

Al desvanecerse el humo del fogonazo, todo desaparece y se disipa; por el aire vuelan pedazos de papeles que llevan impresas palabras terroríficas: asesinato..., mujer casada..., amante..., niño huérfano.

Por lo tanto no se conocía el dolor; no había crueldad ni cólera en ellos. Sus almitas tan suaves, no dejaban de tener un rayo, la aspiración hacia la luz, hacia la que nos llegaba del cielo y hacia la del amor, revelada en llama cambiante que de noche es el encanto de los mares. Ahora tengo necesidad de penetrar en un mundo mucho más sombrío: la guerra, el asesinato.

Ha prestado usted un servicio a la justicia. Sin usted, el asesinato habría quedado impune, o lo que es peor, un inocente habría pagado la culpa ajena. Había un culpable y el instinto que se lo advertía a usted no le engañaba: la única diferencia es que las acusaciones de usted contra el Príncipe han resultado infundadas.

«Suéltalo» le dijo prontamente Pecado con voz y gesto de prudencia. El Majito soltó la piedra refunfuñando feroces amenazas de asesinato. Volviéndose a los desvergonzados comerciantes, Pecado les dijo con imperioso ademán, en que había tanta energía como orgullo: «Dirvos. No nos da la gana. Dirvos, digo.... y venga mi sombrero. Miale, miale... ¿Te quieres callar? El sombrero es mío».

Palabra del Dia

amitié

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