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Actualizado: 25 de julio de 2025


La pena de muerte subsiste legalmente en Bélgica, pero es muy rara vez aplicada, gracias al progreso de las ideas y las costumbres y á la excelente organizacion de las penitenciarias. La de Gante, muy análoga á las de Suiza, es notable por el órden, la compostura y el aseo que reinan en ella.

Mujer, ¿por qué no la has ofrecido al Eccehomo de la Merced? preguntó con sorpresa una vieja planchadora de la casa, que siempre había encendido la lámpara del dicho Eccehomo y cuidaba del aseo de su capilla, llegando a considerarla como propia. ¡Ay, mujer!, porque el Santo Cristo de Tunes es más milagroso. ¡Serán cuernos para él! exclamó vivamente y con ojos iracundos la planchadora.

Los pequeños vapores que viajan de un punto á otro, ofrecen comodidad y aseo. Al comenzar la travesía, el viajero contempla admirado las encumbradas montañas de Riggi y Pilato, coronadas de nieve, que esconden su cabeza en las nubes.

Ignoro si los brasileños han advertido el contraste, en cuanto á , yo lo aprobé con toda mi alma, felicitándome de ver mejor alojados á los locos que al emperador; ¡ojalá sucediese lo mismo en todos los paises del mundo! los enfermos, los desgraciados, los dementes, necesitan indudablemente mas que los monarcas, las comodidades, el aseo, el aire sano, las grandes habitaciones: y en fin, yo entiendo que la desgracia es mas digna de un palacio, que todas las grandezas humanas.

Gracias a ello los presos continuaron tranquilos hasta la cárcel, donde preventivamente los alojaron en una gran sala bastante sucia, con pavimento de madera agujereado de los ratones por no pocos sitios. A María se le concedió un cuarto independiente, de relativo aseo y comodidad.

Venía compuesta con galana sencillez, respirando aseo y coquetería; pero todo el aseo del mundo, toda la gracia y sencillez no podían disimular la fea catadura del descolorido traje, ni menos, ¡y esto era lo más atroz!, la desgraciadísima vejez y mucho uso de las botas, que no sólo estaban usadas y viejas, sino ¡rotas! Lo que Isidora padecía con esto no es decible.

Este magnífico y escrupuloso lavatorio del aparato dental, coronó, en opinión de ambos, la obra de aseo que con tan buen éxito habían emprendido, y se decidieron a bajar al comedor. Pero antes de salir, se les ocurrió casualmente que tenían los pantalones cubiertos de polvo y porquería; vuelta a echar mano de la esponja, porque no hallaron cepillos, y a frotarse con ella hasta tapar las manchas.

Esto me vuelve loca. ¡Maldita sea la necesidad, que no es otra cosa sino lo que antes se llamaba el Diablo! La decencia del vestir, la delicadeza en el comer, el aseo y las comodidades, que son tan necesarias a ciertas personas como el aire y la luz, nos matan el alma... ¡Que venga Dios en persona a sacarme de este círculo maldito!

Y en efecto, tan pronto como me determiné a quedar en aquel cuarto, llamó otra vez a la doméstica y comenzó a dictar una serie de disposiciones respecto al aseo del pavimento, a la cama, al lavabo, etc., en un tonillo despótico, que no dejó de causarme gracia por venir de tan microscópica persona.

Pero no pasó de aquí, pues doña Lupe tuvo que ocuparse de cosas más graves que averiguar si su sobrino podía o no podía. Papitos fue quien le salvó aquel día, atrayendo a toda la atención del ama de la casa. Porque la mona aquella tenía días. Algunos lo hacía todo tan bien y con tanta diligencia y aseo, que doña Lupe decía que era una perla. Pero otros no se la podía aguantar.

Palabra del Dia

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