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Busco el modo de conciliarlo todo ¿comprende usted por qué insisto? Mi deseo es hacer su gusto, pero no me es posible encontrar una ocupación en seguida. Necesito un trabajo honorable, de poca sujeción, y que produzca bastante para justificar mi deserción... es difícil. Veamos, reflexione: con mis ocho mil pesos de renta y su dote, tenemos la existencia asegurada.

La misión de las madres sobre la tierra, termina con el día en que ven asegurada la dicha de aquellos que son sangre de su sangre. Espero rezar al pie de estos mismos altares, por iguales ceremonias, alguna vez más, porque hoy me han hablado de un buen partido para mi hermosa Susana; ¡dichoso, dichoso aquél a quien Dios tenga destinada la posesión de semejante ángel!

Mientras llegaba el momento de la ascensión, su vida no podía ser más triste. En vez de ingeniarse, como le aconsejaba su padrastro, para conquistar el pan, leía y leía por el gusto de saber, como un gran señor que tuviera asegurada la existencia y todos sus caprichos. Cercenaba su alimento para poder pagar con retraso las cuotas del Ateneo.

Eran, en su mayor parte, antiguos capitanes de buque, que después de haber rodado por todos los mares y haber resistido firmemente los huracanes de la vida, habían al fin echado el ancla en este tranquilo rincón del mundo, en donde con muy poco que los perturbara, excepto los terrores periódicos de una elección presidencial, que podría dejarlos cesantes, tenían asegurada la subsistencia y hasta casi una prolongación de la vida; porque si bien tan expuestos como los otros mortales á los achaques de los años y sus enfermedades, tenían evidentemente algún talismán, amuleto ó algo por el estilo, que parecía demorar la catástrofe inevitable.

¡Ah! si la abuela quisiera ser razonable, qué felices seríamos... 24 de octubre. Hay personas a quienes la suerte se complace en jugar malas pasadas. Y ese es mi caso... Creía la paz asegurada enteramente entre la abuela y yo y me preparaba a gozar de nuevos días de serena tranquilidad, cuando esta mañana la abuela me dirigió este discurso: Hija mía, puedes hacerme justicia...

Sonrió el Padre de los Maestros con modestia; pero esta sonrisa dió la seguridad al profesor de que la vida del gigante estaba asegurada y que éste tendría ocasión de leer los versos del rector traducidos al inglés.

No dijo el joven tranquilizándole, no le quitaré á usted el mando de este barrio ni de otro ninguno; yo no mando barrios. Bien decía yo repuso el barbero con la mayor satisfacción que usted no me quitaría el mando de mi barrio; pero creía que le habían mandado por no tener confianza en mi. Pero ha de saber usted que donde está Calleja la libertad está asegurada.

Nada de dominaciones, ni de Estados Unidos de Europa y otros líos: contentábase con ser un hombre que tuviese asegurada la satisfacción, sus necesidades, y pasase la vida plácidamente entre la abundancia y el estudio. Y el joven, al escribir sus traducciones, soñaba con tener algún día habitación propia, muchos libros y algunos objetos de arte.

El señor gobernador comenzó a echar sapos y culebras por la boca, lo mismo que cualquier rufián de callejuelas, y volviendo y revolviendo los papeles, vino a topar con el paquete de las veinticinco cartas. Su gozo fue entonces inmenso: tenía ya asegurada la venganza.

Al mismo tiempo que la factoría y factor deberían dar jornal y ocupación a todos los que lo pidiesen, y obligar por medio de las justicias a que trabajasen los ociosos, deberían también comprar a los indios, y aun a los españoles avecindados, cuantos frutos y efectos adquiriesen con su trabajo e industria por los precios que el gobierno hubiese establecido, aun cuando no le resultase utilidad ninguna de la venta que de ellos hubiese de hacer; pues sería cosa muy conveniente que todos tuviesen asegurada la venta del producto de su trabajo.