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Actualizado: 27 de junio de 2025


Sus artificios se hallan explicados con gracia y agudeza en la Charlatanería de los Eruditos de MENKENIO; pero aquí advertiré solamente algunas particularidades para que los conozcan mejor, y los traten segun su mérito.

Bastante me pesan mis artificios y embustes que te atrajeron la desgracia... Vuelve á pegarme, trátame como á la peor de las mujeres, pero cree cuanto yo te diga; sigue mis consejos. Continuó el marino en su actitud de indiferencia y menosprecio. Las manos le temblaban, impacientes. Iba á marcharse; no quería oírla más... ¿Le había buscado para infundirle miedo con sus peligros imaginarios?...

Y la chochez, respetable cuando es natural, resulta risible cuando se opone vanamente por medio de estos artificios a los estragos del tiempo, pidiendo a la química de tocador la juventud y la belleza que huyeron. Nada más bello que el rielar del alma en el rostro, revelando nuestro estado emocional, el pudor, el sonrojo, la dulce alegría, todos los movimientos espontáneos de nuestro espíritu.

Todas las dulzuras que usted la dedicaba me recordaban los artificios en que yo misma me dejé coger!... Si usted ama á Herminia, pierde el cariño de su tutor ... Vea, pues, si no es mejor que no vuelva usted jamás.... Déjeme usted al menos hablarle ... explicarle.... dijo Mauricio con calor, sin observar que, muy diestramente, le acababan de entregar Herminia. ¡No, nada, no vuelva usted!

Don Laureano Romadonga no era hombre que se dejase aprisionar fácilmente por los artificios femeninos; que comprometiese el sosiego de su vida, sus placeres, su independencia por una mujer, cualquiera que ella fuese. Conocedor profundo de la existencia, había formado hacía mucho tiempo su plan, y de él no se apartaba una línea.

Y sin embargo, si cuando inventaba mil artificios pasmosos para defender á Siracusa se hubieran burlado de él los periodistas de entonces, diciéndole mil cuchufletas y poniéndole en caricatura, aquel varón tan sabio se hubiera atolondrado, se hubiera hecho un lío y no hubiera dado pie con bola dudando él mismo del resultado de su ciencia; resultado que, por virtud de previas disposiciones y á pesar de temores y dudas, hubiera al fin naturalmente sobrevenido.

El amor es la reclamación de la especie que quiere perpetuarse, y al estímulo de esta necesidad tan conservadora como el comer, los sexos se buscan y las uniones se verifican por elección fatal, superior y extraña a todos los artificios de la Sociedad. Míranse un hombre y una mujer. ¿Qué es?

Aspirando la una, podían pasarse «las horas muertas» contando las pedrezuelas relucientes del fondo de la otra. ¡Placer bien primitivo y candoroso ciertamente! Pero era un placer, al cabo, para quien no había hallado otro equivalente entre los refinados artificios del mundo; y por eso sin duda, le daba ya tan alto precio en aquellas bravías soledades.

Verdad que estos castigos se hallaban funestamente neutralizados por el mimo y regalo con que su madre lo criaba. No sólo ocultaba con mil artificios sus faltas y le amparaba cuando su padre iba á corregirle, sino que le daba cuanto dinero había á mano, sin comprender la desgraciada el daño que hacía.

Por tu corazon de hierro y tu sonrisa de vibora, por tus ardides fatales, por tus miradas enganosas, por tu alma hipocrita, por tus artificios seductores y tu falsa sensibilidad, por el placer que encuentras en el dolor de los otros, por la fraternidad con Cain, vengo a condenarte a que seas tu mismo tu infierno.

Palabra del Dia

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