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De CARAMUEL dice MURATORI, que mostró un ingenio grande en las cosas pequeñas, y pequeño en las grandes. RAYMUNDO LULIO tuvo buen ingenio, y muy poco juicio. Su Filosofía no es á propósito sino para exercitar la charlatanería, y con ella ninguno sabrá mas que ciertas razones generales, sin descender jamas al caso particular.

La ciencia de ahora, mentira y charlatanería, en comparación de la ciencia que aquella lengua llevaba en misma. Cada nombre de esta lengua contiene en sus letras la esencia de la cosa nombrada y sus ocultas calidades. Las cosas todas, al oírse llamar por su verdadero nombre, obedecen a quien las llama.

La censura, que hasta los mismos poetas dramáticos han hecho de los servidores impertinentes , que, contra toda verosimilitud y contra las conveniencias del mundo, molestan con su charlatanería en las ocasiones más inoportunas, no alcanza á los graciosos de nuestro autor. Con frecuencia sucede que concentra lo cómico en varios pasajes, no en uno solo, como se hizo luego exclusivamente.

Sus artificios se hallan explicados con gracia y agudeza en la Charlatanería de los Eruditos de MENKENIO; pero aquí advertiré solamente algunas particularidades para que los conozcan mejor, y los traten segun su mérito.

Estremeciéronse muchos y sintieron sus pelos erizarse. No, aquello no era ficcion, no era charlatanería; la cabeza era una víctima y lo que contaba era su propia historia. ¡Ay! dijo agitándose con desconsuelo; yo amaba á una joven, hija de un sacerdote, pura como la luz, ¡como el loto cuando se acaba de abrir!

En el cosmos es decir, en el diccionario están los nombres de todas las cosas, pero están mal aplicados, porque están aplicados según costumbre mecánica y en forma que, lejos de provocar un acto de conocimiento y de creación, favorecen la rutina, la ignorancia, la estupidez, la charlatanería gárrula y el discurso vulgar, vacío y memorista.

En una u otra forma adorará eternamente la locura o la charlatanería. Los que como yo aborrecen lo excesivo no alcanzarán jamás sus favores. ¿Qué importa? Aunque me agrada el aplauso público, mi espíritu no vive de él. La gloria se encuentra entre las cosas que Séneca considera preferibles, no entre las necesarias.

Los grandes hombres tienen el medio de no ser envidiosos; gracias a su generosidad, el doctor Le Bris hizo su reputación en cinco o seis años. Aquí se le apreciaba como sabio, allá como bailarín, y en todas partes como hombre simpático y bueno. Ignoraba los primeros elementos de la charlatanería, hablaba muy poco de sus éxitos y abandonaba a sus enfermos el cuidado de decir que los había curado.

Para obtener su admiración precisa ser un poco charlatán y cursi. Escritores conozco de indisputable mérito, tanto en España como fuera de ella, a quienes si se les quitase los granitos de charlatanería con que sazonan sus obras, dejarían en el mismo punto de ser populares. Pero sobre todas las cosas de este mundo, el hombre adocenado odia la medida.

Tu charlatanería me enfada, Alacrana. ¿Qué recado me traes? ¿Qué recado? Tres días de santa conferencia he empleado, mi niño. ¿Qué ha de hacer la pobrecita? Creo que está dispuesta a echarse fuera y huir contigo a donde quieras llevarla.