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Actualizado: 22 de octubre de 2025


Roland, en sus memorias. Cuando, nutrida de historia, hube encarado la extensión del mundo, la sucesión de los siglos, la marcha de los imperios, las virtudes públicas, los errores de tantas naciones, me parecía mezquina, ridícula, atroz, la idea de un creador que entrega a los tormentos eternos a esos innumerables individuos, débiles obras de sus manos, arrojados sobre la tierra en medio de tantos peligros y en la noche de una ignorancia de la que tanto han sufrido ya.

Había que dar gracias á Dios, que le permitía al fin vivir tranquilo en aquel paraíso. ¡Qué tierras las de la vega!... Por algo, según las historias, lloraban los moros al ser arrojados de allí. La siega había limpiado el paisaje, echando abajo las masas de trigo matizadas de amapolas que cerraban la vista por todos lados como murallas de oro.

Más valdría cien veces morirOtras muchas cosas igualmente tristes dijo; pero en el mismo instante una ráfaga de viento que puso en conmoción todas las pajas y objetos menudos arrojados en el corral, la suspendió, ¡oh inesperada alegría! alzándola sobre el suelo más de media vara.

Topándose unos con otros, magullados, fueron arrojados no dónde, pero es lo cierto que salieron del peligro con vida. ¿Quién es capaz de contar el número de hombres y de barcos que salvan los faros? Vista la luz en esas horribles noches de confusión en que los más animosos se turban, no sólo indica el camino, sino que presta valor, impidiendo al ánimo extraviarse.

Los marineros y soldados muertos, cuyos cadáveres yacían sin orden en las baterías y sobre cubierta, ascendían a la terrible suma de cuatrocientos. No olvidaré jamás el momento en que aquellos cuerpos fueron arrojados al mar por orden del oficial inglés que custodiaba el navío.

Al ser arrojados los moros de Valencia, en cuya empresa distinguieronse no poco los hijos de la capital que historiamos, pidieron por este motivo y por los indicados, los cuerpos de aquellos ilustres Mártires que se conservan en la Catedral. En 1225 se hallaba ya bastante número de religiosos que continuaron la empresa de sus Santos Fundadores.

Envueltos en su bandera, y con una bala atada a los pies, fueron arrojados al mar, sin que esto, que ordinariamente hubiera producido en todos tristeza y consternación, conmoviera entonces a los que lo presenciaron. ¡Tan hechos estaban los ánimos a la desgracia, que el espectáculo de la muerte les era poco menos que indiferente! Las exequias del mar son más tristes que las de la tierra.

Por el aire andaban aún los dos oseznos arrojados por Pito desde la embocadura de la covacha, cuando Canelo salió disparado como una flecha y latiendo hacia la entrada de la cueva grande. Yo, que estaba muy cerca de ella, miré a Chisco y leí en sus ojos algo como la confirmación de un recelo que él hubiera tenido.

Llevaban ya bastantes años en el oficio y habían recorrido algunas provincias mineras de España ejerciéndolo. De casi todas habían sido arrojados por su natural díscolo, propenso á bullas y reyertas. Plutón había estado ya dos años en presidio. Joyana unas cuantas veces en la cárcel. Eran temidos por sus compañeros. Los capataces los mimaban por su destreza y acaso también por miedo.

Los santos eran arrojados de sus capillas y arrastrados después hasta la ribera, entre las patadas y salivazos de la turba, que quería vengar en aquellos cuerpos de palo, pintados y dorados, la sangre derramada por otros de músculos y hueso. ¡Al agua los santos!

Palabra del Dia

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