Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de octubre de 2025
La mar sube por cima las estrellas; Los cielos hácia abajo se bajaban; Las olas parecia que centellas Por cima de las aguas arrojaban. Lloraban las mugeres y doncellas; Los hombres grande grita levantaban; De sola contricion ya se procura, Que al mar tienen por cierta sepultura.
Llegó el período de las salvajadas. Uno de ellos se puso sobre la mesa a perorar, y los demás, para aplaudirle, le arrojaban jerez y manzanilla a la cara. Otro se empeñó en levantar con los dientes a un compañero que la borrachera había tendido en el suelo, y no lo consiguió; pero le rasgó la chaqueta.
Zakunine parecía sordo y ciego, no reconocía a las personas que se le acercaban, que intentaban estrecharle la mano, ni oía las palabras de pésame, las frases de dolorida simpatía que le dirigían. Tampoco las respuestas de los criados arrojaban mucha luz sobre el suceso.
Siguió su camino y al fin entró en Estella. Aunque eran las doce de un hermoso día cuando pisó la plaza Mayor, antojósele que las próximas alturas arrojaban sombra muy lúgubre sobre la ciudad y que esta se ahogaba en su cinturón de montañas.
El tiempo se les puso muy malo, y en todo el trayecto hasta Barcelona no cesó de llover. Arrimados marido y mujer a la ventanilla, miraban la lluvia, aquella cortina de menudas líneas oblicuas que descendían del Cielo sin acabar de descender. Cuando el tren paraba, se sentía el gotear del agua que los techos de los coches arrojaban sobre los estribos.
En efecto, dividió su fusileria en dos trozos, que marcharon en distintas direcciones, amparándose de los peñascos para acercarse á los rebeldes, con menos riesgo de las piedras qué con obstinacion arrojaban con las hondas.
Los ríos que se arrojaban en su seno para renovarlo eran pocos y de escaso caudal. El Ródano y el Nilo parecían tristes arroyos comparados con los cursos fluviales de otros continentes que desaguan en los océanos.
Cuando Isidora salió, ya anochecido, vio en la puerta al señor mirón. Hablaba con Miquis, y al pasar ella cuchichearon. Apresuró la joven el paso y se fue a su casa, donde Relimpio, celoso del buen desempeño de su cargo, se creyó en el deber de manifestarle seriamente el horroroso déficit que arrojaban los libros.
La conversación del círculo, que empezaba casi siempre con el tema de la guerra, pasaba insensiblemente al de los empleos. Leopoldo Montes, cesante eterno, Relimpio, y otros que tenían entre los dientes alguna piltrafa del presupuesto, se arrojaban con deleite famélico sobre aquel tema picante. «Usted, ¿cuánto tiene?».
Entonces aún no había telégrafos, y los despachos no pudieron entregarse. Cuando llegaron los correos donde estaba el general, vieron venir huyendo a todos los soldados del Rey y los imitaron. Los cuarenta de la escolta tártara, que eran otros tantos genios, corrían en su persecución trasformados en espantosos vestiglos, que arrojaban fuego por la boca.
Palabra del Dia
Otros Mirando