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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Después designó la silla a Le Bris y le dijo: Haga el favor de sentarse, doctor, para que la familia esté completa. No me arrepiento de haber escuchado detrás de las puertas. Yo me temía que no hubiese servido para gran cosa; esta discusión me ha demostrado que aún podría ser útil a los míos.
Con esto le despedí, y con esto me despido, ofreciendo a Vuestra Excelencia los Trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien daré fin dentro de cuatro meses, Deo volente; el cual ha de ser o el más malo o el mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el más malo, porque, según la opinión de mis amigos, ha de llegar al estremo de bondad posible.
Ya ha ardido casi por completo dijo Hullin en voz baja. Sí respondió la labradora ; he ahí cuarenta años de trabajos y fatigas que se convierten en humo; pero es igual, no pueden quemar mis buenas tierras, el gran prado de Eichmath. Empezaremos a trabajar de nuevo. Gaspar y Luisa reharán todo esto. Por mi parte, no me arrepiento de nada.
A pesar del tono de esta afirmación, que hizo sonreír otra vez a Fernando, el bohemio continuó, con gesto fosco y ojos enternecidos: Y no crea que me arrepiento de mi pasado.
Tampoco... La fisonomía de aquel señor, mi conocido, se contrae; sus ojos adquieren una expresión severa que me infunde tristeza y pavor. ¿Y entonces qué se hace usted? No sé qué responder, vacilo y tiemblo. La condesa soltó una carcajada, dejando ver el oro de algunos de sus dientes empastados. Me arrepiento y pido perdón humildemente.
»No me arrepiento, pues, de haber rechazado a usía: de lo que me arrepiento es de haberle atraído con inaudita perfidia para rechazarle luego.
Me arrepiento de ello, y me impongo la obligación de servir y complacer en cuanto pueda a esta pobre muchacha. Este arrepentimiento y esta obligación que me impongo, debiera hacerla cien veces cada día. 24 de marzo. Empiezan a encanecer mis cabellos. El tiempo se va y yo ignoro lo que he hecho de mi juventud.
»Luego me arrepiento pensando que acaso el que escribió ese libro es un buen hombre que tiene seis hijos y que trabaja todo el día en una oficina. Y resulta que al mal humor que tenía antes se añade este otro. Y, por eso, yo rehuyo cuanto puedo el escribir acerca de los libros que tengo sobre la mesa y digo que todos son admirables, aunque no los haya leído.
Para tranquilizarse a sí mismo quería explicar el cambio radical de su vida. Me retiré, Fermín, y no me arrepiento. Aún quedan muchos de los que fueron mis compañeros de miserias y entusiasmos, que siguen fieles al pasado con una consecuencia que es testarudez.
Y con voz sorda, el arma en la mano, la prometí: «Si no le dejas, te mataré.» Ella volvió a juntar las manos, siempre suplicante: «¡Máteme!...» «¿No quieres dejarle?» «¡Máteme!...» «¿No?» oí los pasos de Zakunine, su voz que llamaba. ¡La maté! Jadeante, se calló. ¿Y no se arrepiente usted? No me arrepiento.
Palabra del Dia
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