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Actualizado: 1 de julio de 2025


Y él, con la incoherencia de la pasión, besó sus pies y el arranque de sus piernas; besó su falda allí donde pudo, en los ángulos redondeados de sus rodillas, en la suave curva del vientre. Ella se irritó al sentirse inmovilizada, sin poder huir. ¡Déjame!... Esto es ridículo. ¡Acabemos!

Vaya Ballester dijo Fortunata con malísimo humor . No estoy ahora para bromas. Lo creo... Tiene usted el corazón como si se lo estuvieran apretando con una soga... ¡Ay!, ... exclamó con arranque la joven a quien faltaba poco para echarse a llorar. Y usted ha llorado, porque los ojos también lo están diciendo. , ... pero déjese de tonterías y no se meta en lo que no le importa.

Varias veces estuvo por tomar la palabra, pero el temor la retenía. Allá, al fin, en una pausa larga, se aventuró a decir: Falta una cosa, mamá. ¿Qué falta? La joven se detuvo un instante, como para tomar arranque, y dijo al fin con voz temblorosa: Falta un cuarto para arreglarse Gonzalo. Es verdad; no me había hecho cargo... ¿Dónde tendría yo la cabeza?

Al despedirse de ellos tropezó con Mercedes la Cardenala, á quien no había vuelto á hablar desde la memorable noche en que Soledad fué á buscarle á su casa. Como el buen humor le retozaba en el cuerpo, se aventuró á detenerla, saludándola con afectuosa expansión. La muchacha, sorprendida de aquel arranque, estuvo fría, circunspecta y no dejó de mortificarle con algunas palabritas amargas.

No qué perverso afán de sitiarla, de oprimirla, de acorralarla en la última reserva. Quería vengarme de aquel prolongado silencio impuesto primero por la timidez, luego por consideración, más adelante por respeto y últimamente por piedad. Aquella máscara que llevaba puesta hacía ya tres años se me había hecho insoportable y la arranqué sin reparo.

Me obstiné, y entonces, alzándose con una dignidad y una firmeza supremas, me dijo: Si no sigue usted su camino, caballero y me deja en paz, llamaré al sereno. A tal arranque tomé mi partido: arrojé la onza en la cesta de la muchacha, y me alejé. Por favor, caballero, me dijo corriendo tras de y con acento entre suplicante y colérico: usted está equivocado y tira su dinero.

¿Qué mujer honrada, y que nunca ha amado, no ama al padre de sus hijos? exclamó en un sublime arranque Margarita, arrojándose á los brazos del rey. Y levantándose de repente, añadió: Y no te lo he dicho; no se lo he dicho á nadie, no, y me he mostrado siempre contigo reservada y fría porque... mi orgullo de mujer ha estado continuamente ofendido al verme pospuesta á un favorito.

¡Yo lo creo!..., ¡y a quién se lo preguntas! respondió Sagrario en un arranque de sinceridad de los suyos. Pues, entonces... Entonces ¿qué? Más claro: no amas a Gonzalo Naturalmente. ¿Y no preferirías para marido al hombre a quien amaras? Ponlo en presente: a quien amo. Lo pongo: a quien amas. Corriente... Pues te respondo que quizás no. ¿Que no? Que no... ¿Te asombras?

Un día que llevaba a remendar un par de zapatos, vio a la mujer del zapatero sentada junto al fuego, presa de los síntomas terribles de una enfermedad al corazón y de la hidropesía, síntomas que Silas había observado en su propia madre, y que habían sido los anunciadores de su muerte. Aquella vista y aquel recuerdo le inspiraron un arranque de piedad.

Sólo al caer tras el cura el pesado cortinón que cubría la puerta de la lujosa sala, se sobrepuso la dama a la sorpresa que le causó tamaño arranque de honrado fanatismo. ¡Bah! Es un puritano inútil. Otro lo hará...

Palabra del Dia

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