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Actualizado: 31 de mayo de 2025


¡Ea! ya está sentado el sabio; ya sopla el polvo de la mesa y coloca el sombrero sobre ella; ya se saca a medias una bota que le oprime mortalmente los sabañones; ya tose y se arranca la flema de la garganta; ya trae el libro hacia , ya mira con curiosidad el sello de la Academia estampado en la primera página; ya empieza a leer.

La tercera arranca de punta Divata dirigiéndose al SE., inclinándose después al O. hasta terminar en la bahía de Sarangani. La cuarta y última es muy volcánica, empieza en el «Apo» y en dirección NO. sigue á morir en el istmo do Misamis. Montes. Misamis.

Cumplió la tarea que se había impuesto con la atención minuciosa, el cuidado paciente y la perseverancia infatigable de aquella sultana aburrida que, en la ausencia del señor, arranca una a una todas las plumas de un viejo loro. Hubiera preferido, desde luego, vengarse directamente de Germana; pero Germana estaba lejos.

La niña simple se sienta al piano; Orsi coge el violoncello, y lo limpia, y lo acaricia, y arranca de él agudos y graves arpegios. Luego se hace un gran silencio. El piano preludia unas notas cristalinas, lentas, lánguidas.

Cuando el indio pasa por delante de sus flexibles palmas agobiadas por los compactos racimos de sus frutos, si se ha desmoronado una piedra coloca otra, si se ha torcido un pono lo apuntala, si una planta exótica abraza un tronco la arranca, y cuando nada de esto hace porque nada falta, se quita el sombrero, lleva los dedos á la frente, hace la señal de la cruz y murmura una oración.

Esta es una diferencia esencial del sólido al líquido para nuestro asunto; la piedra no suena sino cuando la impelen a rodar; el agua murmura sólo corriendo y existiendo. La clase media de la humanidad, así también, va siempre murmurando. Un golpe dado en un cuerpo sólido le arranca un pedazo; el golpe dado ya en el líquido encuentra resistencia, produce ondas, imprime movimiento.

Este rio, que es el mayor de todos los de la provincia de Caupolican, arranca, bajo el nombre de rio de Pelechuco, desde las cumbres nevadas que están al este de Suches, y formándose de muchos pequeños torrentes, desciende hasta el valle que lo denomina.

El mismo silencio cuando se hacían los preparativos para la solemnidad. Parecía tranquila, en un estado de indiferencia absoluta o, por mejor decir, de soñolencia, como la persona a quien se arranca violentamente del sueño y tarda en darse cuenta de lo que pasa en torno suyo. Pero tal estado letárgico continuó después de pronunciar el ante el altar.

Es verdad que degrada a los hombres, los empobrece, les quita toda elasticidad de ánimo; que un día, en fin, arranca a los Estados lo que habrían podido dar en diez años; pero, ¿qué importa todo esto al Zar de las Rusias, al jefe de bandidos o al caudillo argentino?

Todo el terreno circunvecino está cuajado de escombros, y cada vez que el arado pasa por allí arranca de entre la tierra algun músculo marmóreo de esa civilizacion romana inhumada por los siglos allí. La mencion de esas ruinas me hace recordar una anécdota de viaje.

Palabra del Dia

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