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Actualizado: 1 de junio de 2025
En la misma vivía también una doncella joven, llamada Marfisa, con la cual tuvo amores; pero no duró mucho la ventura de los dos amantes, porque Marfisa se vió obligada á dar su mano á un abogado viejo, si bien hizo á su prometido, el mismo día de su casamiento, las más ardientes protestas de perpetua fidelidad, acompañadas de torrentes de lágrimas.
Aquel tesoro se componia de todas las joyas de las iglesias, y Bolívar en tan difíciles momentos, tenia que hacer uso de ellas para comprar el armamento y demás necesario á la creacion de un ejército respetable, capaz de ayudarle á salvar la madre patria, asegurando para siempre á sus hijos el goce de la libertad, objeto de sus mas ardientes deseos y por el cual sacrificaba, no solo la existencia, sino tambien la gran fortuna que sus padres le habian dejado.
Si durante aquellos largos días, dedicados á un trabajo grosero y repugnante, y aquellas interminables noches ardientes y febriles, no hubiera tenido la idea de Dios para calmar mi espíritu, me hubiera vuelto loco ó me hubiera matado.
Su inefable dulzura, la sumisión con que recibía los consejos y advertencias, le sedujo y le inquietó al mismo tiempo: le inquietó porque desconfiaba mucho de si mismo, temía no acertar a comprender los anhelos ardientes, las reconditeces sublimes de un ser superior a todos los que hasta entonces había conocido.
Ardientes besos en los labios juegan, de una madre en el seno al despertar, buscan los brazos a ceñir el cuello, y los ojos sonríense al mirar. Dulce es la muerte por la propia patria donde es amigo cuanto alumbra el sol; muerte es la brisa para quien no tiene una patria, una madre y un amor.
Quizás en ninguna parte se puede estudiar á los pueblos mejor que en sus universidades, porque es en esas colonias de la ciencia en embrion donde la sociedad se revela con mas energía en sus aspiraciones mas ardientes, sus instintos mas tenaces y sus aptitudes mas características.
La mirada de Isagani se iluminaba al hablar de aquel oscuro rincon; el fuego del orgullo encendía sus mejillas, vibraba su voz, su imaginacion de poeta se caldeaba, las palabras le venían ardientes, llenas de entusiasmo como si hablase al amor de su amor y no pudo menos de exclamar: ¡Oh! en la soledad de mis montañas me siento libre, libre como el aire, ¡como la luz que se lanza sin frenos por el espacio!
Sopla, y una tempestad alborota los mares; habla, y las nubes le responden por la voz de los truenos; mira, y los rayos del dia desaparecen, anda, los terremotos conmueven el mundo. Los volcanes se forman bajo sus pasos. Su sombra es la verdadera peste; los cometas le preceden en los ardientes senderos de los cielos, y se reducen a cenizas al menor de sus deseos.
Isidora, además de reír, además de temer, además de tener frío, se sentía como mecida en un vagoroso y aéreo columpio. La cara hermosísima del joven Pez pasaba ante sus ojos con oscilación de resplandores celestes que van y vienen. ¿Cómo no, si de pronto empezó a oír retahíla de palabras ardientes, que jamás oyera ella sino en sueños? Joaquín la tuteaba, Joaquín se extralimitaba de palabra.
12 Puso tinieblas alrededor de sí a modo de tabernáculos; aguas negras y espesas nubes. 13 Del resplandor de su presencia se encendieron ascuas ardientes. 14 El SE
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