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Actualizado: 9 de octubre de 2025


De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría. Las vulgares coplas, oídas por Rafael tantas veces en sus juergas con las gitanas, parecían nuevas en los labios de María de la Luz.

La última capilla de este lado era la de Santa Clementina. Era grande, construida siglos después que las otras capillas, en el diez y siete. Tenía cuatro altares en el centro; las paredes estaban adornadas con profusión de hojarasca, arabescos y otros cosméticos del género decadente a que pertenecía. El Magistral y el Arcipreste oyeron voces dentro de la capilla.

El Jeneralife se compone de un laberinto de glorietas, pabellones, miradores, fuentes caprichosas, baños, huertos, jardines y mil primores artificiales, donde fueron profusamente aglomerados y bien dispuestos los ricos marmóles y jaspes, los bellos estucos, los delicados arabescos, los lindos azulejos, las cascadillas, las terrazas, los grupos de arrayanes, naranjos, jazmines, granados y rosales formando las mas graciosas figuras, y cuanto era característico del arte oriental, tan hábil en la disposición de los colores, la orientación de los edificios, la distribución de las aguas y el cultivo de las plantas.

Colmenar oía baja la vista, contando los arabescos de la tupida alfombra. Alzó al fin la cabeza y diose una palmada en la frente. Me ocurre una idea sin ejemplar dijo, repitiendo la célebre frase del ministro portugués. Chico, ¿por qué no te casas? ¡No está mala la ocurrencia! ¡, que son baratas las mujercitas en estos tiempos... y lo que viene después!

Otra cosa eran las artes del dibujo, y en este punto el atildado pendolista no vacilaba en sostener que con la pluma hacía, si no prodigios, arabescos muy agradables; el arabesco era su dibujo favorito, porque se enlazaba con sus facultades de escribiente, y además también tenía cierto parecido con la música por su vaguedad e indeterminación.

Al regreso de su primera correría como matador de cartel pasó las noches del invierno junto a la reja de Carmen, envuelto en su capa de corta esclavina y graciosa ampulosidad, de un paño verdoso, con pámpanos y arabescos bordados en seda negra. Me han dicho que bebes mucho suspiraba Carmen pegando su cara a los hierros. ¡Pamplina!... Orsequios de los amigos que hay que degolver, y na más.

¡Un don Quijote rojo! decía Castro. De niño recordaba haber jugado con su sable, fabricado en Toledo: un arma repujada de oro, con arabescos copiados de la vieja espada del descubridor y conquistador Alvaro de Castro, que había sido Adelantado en las Indias.

Eran los principales caractéres de este nuevo estilo el arco de medio punto ó de plena cimbra, que acababa de reconquistar su absoluta preeminencia; los cinco órdenes antiguos, mas ó menos modificados en algunas molduras y en sus proporciones; los follages, los vástagos espirales, los grotescos con animales reales ó fantásticos, dispuestos á la manera de los arabescos antiguos, y aplicados á los entablamentos, á las pilastras, á los frisos, á los tableros; la mezcla de órdenes, sobrepuestos unos á otros, los revestidos de mármoles, los medallones, las columnas balaustradas, etc.

Por la virtuosidad de sus ideales y la austeridad de su vida de varón tranquilo y fuerte que "iba armado con aquel invulnerable escudo de la bondad y de la justicia que permitía a M. Bergeret recoger la piedra que una multitud enfurecida le arrojaba porque se había atrevido a decir la verdad y murmurar sonriente: es un argumento cuadrangular", podemos considerarlo como el tipo ideal del ciudadano que dijera de Alberdi, Jaurés, en la más honrosa expresión del término y maestro del pueblo también, ya que no pasó su vida como tantos escritores de serrallo lejos de la vida colectiva y de su época tejiendo filigranas y arabescos, sino que dedicola en sus últimos y laboriosos años a instruir al pueblo y la juventud, desde la cátedra, con libros, folletos, conferencias públicas, para libertarlo de los dogmas religiosos y de prejuicios y rutinas de toda índole, después de haberse libertado a mismo por la sabiduría; y porque es un alto exponente de energía, de labor, de esfuerzo propio, es digno de presentarse como un modelo, a los jóvenes y a los hombres de trabajo que luchan en la pobreza por mejorarse día a día, llevando prendido al alma un sano y noble ideal.

Un silencio absoluto, algo como la apagada calma veneciana, sin el grito natural y monótono de los gondoleros que se dan la voz de alerta. A veces, a lo lejos, un farol cuyo reflejo va dibujando caprichosos arabescos en el suelo, alumbra y precede... una silla de manos, que oscila cadenciosa al andar de los hombros que la llevan. Es una señora que va a una fiesta.

Palabra del Dia

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