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Actualizado: 7 de junio de 2025
Tenía necesidad de encontrarse a solas y de pensar mucho en las celosas aprensiones que las palabras de su madre habían despertado en su espíritu.
Mi honor no padecerá... pero los escrúpulos me volverían a la locura, a las aprensiones horrorosas...». Y temblaba recordando las tristezas y los terrores pasados. La pasión, menos vocinglera que antes, subrepticia, seguía minando el terreno, y a los pocos latidos de la conciencia contestaba con sofismas.
Entonces el Magistral, allá dentro, callaba; y cuando ella terminó, la voz del confesonario temblaba al decir: «Hija mía, esa historia de sus tristezas, de sus ensueños, de sus aprensiones merece que yo medite mucho.
Por desgracia, las aprensiones que asaltan a Fabrice no se hallan distantes de la certeza; aunque lo haya aceptado únicamente por desesperación, Beatriz ha entrado en casa del pintor como mujer honrada, con la más sincera resolución de sofocar todo sentimiento en contradicción con sus nuevos deberes, y decidida firmemente a identificarse con su marido; pero aunque estime sus talentos, hay en el arte del pintor algo de manual, un no sabía qué de mercantil que chocaba a esta altiva patricia.
Es preciso prevenir... mirar por ti, asegurarte contra la tontería. Fortunata se reía, y para calmarle aquel desasosiego que sus estrafalarios pensamientos y aprensiones le causaban, prodigole aquella noche, hasta que se separaron, los cariños y cuidados de una hija amantísima con el mejor de los padres. vi
Cuando la reprensión era más dura, se echaba a llorar desconsoladamente, llamándose desgraciado, diciendo que no le quería, que más le hubiera valido morirse cuando su madre, etc., etc. Aurelia, en vista de esto, había determinado callarse, padeciendo en silencio, llena de aprensiones y presentimientos tristes.
A pesar de la reserva que caracterizaba este documento, no me ha sido inútil; conocí que se iban disipando con el horror de lo desconocido, parte de mis aprensiones. Por otro lado, si había como lo pretendía el señor Laubepin, dos almas cándidas en el castillo de Laroque, era seguramente más de lo que había derecho á esperar, sobre una proporción de cinco habitantes.
En el cual no ocurrió nada, absolutamente nada de que pudiera tirar el avispado Bermúdez para descubrir lo que andaba buscando. Hasta que, ya de noche, llegaron a la tertulia el boticario y su hijo... y le hundieron un codo más en el piélago de sus aprensiones. ¡Qué cara la de don Adrián, y qué voz, casi llorosas, y qué aspecto tan cobardón y azorado el de Leto!
Por más que hacía no lograba borrar de su espíritu la manera extraña de comenzar aquella amistad, ni se le podía ocultar el fondo de falsedad que en ella existía. Conociéndolo Raimundo procuraba con afán desvanecer sus aprensiones, unas veces directa, otras indirectamente. Era Aurelia una muchacha más bien fea que linda, como ya hemos dicho, de buen sentido y de honrado corazón.
La desaparición o pérdida del precioso objeto, documento o lo que fuese, encerrado dentro de la bolsita de gamuza, que el muerto había conservado tan cuidadosamente durante tantos años, era ahora, por sí sola, una circunstancia muy sospechosa, mientras las vagas pero firmes aprensiones de Mabel, que no quería o no podía definir, habían despertado en mí nuevos recelos sobre la muerte de Burton Blair, recelos que me hacían pensar que había sido víctima de una infamia.
Palabra del Dia
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