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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Sus hijas eran unas señoritas que sólo habían aprendido a figurar como muñecas bien educadas en un salón, y aun esto sin poder evitar cierta cursilería que saltaba a la vista apenas salían de su esfera. Su Juanito, el paria de la casa, era el que valía algo, y ahora estaba allí, agitando su pecho para escapar del brazo de la muerte, cansado de sufrir desdenes y olvidos.

En aquellos tiempos, ¡oh tiempos clásicos! todo se estudiaba en latín, incluso el latín mismo, y era de ver la gran confusión en que caía un alumno novel, cuando le ponían en la mano el Nebrija con sus reglas escritas en aquella misma lengua que no se había aprendido todavía.

Y mezclando los gritos del país con los que habían aprendido en las plazas de toros, arrojaban más allá de la cuerda sus boinas y sus carteras, pero llamando en seguida á los chicuelos para que las recogiesen.

Podrá ser que en la práctica seamos más torpes, lo hagamos mal y resulten inconvenientes; pero al fin y al cabo aprenderemos a telefonear. Yo creo que ya hemos aprendido, y que en España telefoneamos tan bien como en cualquiera otro país del mundo.

Toda la ginebra descendida á su estómago pareció alborotarse con la sospecha de que el gringo no creía en su valor y tenía por mentiras las hazañas que llevaba realizadas. De su español aprendido en Buenos Aires, prefería el escocés una palabra que siempre había irritado á Morales. Cuando le contaban cosas inverosímiles, levantaba los hombros, diciendo con desprecio: ¡Macanas!... ¡Todo macanas!

-Bien parece, Sancho -respondió la duquesa-, que habéis aprendido a ser cortés en la escuela de la misma cortesía; bien parece, quiero decir, que os habéis criado a los pechos del señor don Quijote, que debe de ser la nata de los comedimientos y la flor de las ceremonias, o cirimonias, como vos decís.

Se acordaba, además, de las palabras de su apoderado: de la arrogancia con que sabía espantar a los moscones molestos; de aquel jueguecito aprendido en el extranjero que la hacía manejar a un hombrón como si fuese un guiñapo... Siguió contemplando la blanca nuca, como una luna envuelta en nimbo de oro, al través de las nieblas que tendía el sueño ante sus ojos. ¡Iba a dormirse!

Era un hombre de regular edad, completamente afeitado y de rápida inteligencia, que con frecuencia había ganado premios en los varios certámenes de competencia ofrecidos por diferentes periódicos; hombre que parecía haber aprendido de memoria el Diccionario de citas familiares, de Bartlett, y cuyo ingenio y habilidad para descifrar enigmas era incomparable.

Yo en mi vejez, he aprendido a ser indulgente y ya experimentarás quizá algún día a tu costa que las más indomables voluntades se doblegan con el tiempo y que en el juego terrible de las pasiones el más fuerte no puede responder de mismo; el más orgulloso no puede decir: «Yo seré el mismo mañana

Válganme para ello así lo que he aprendido por la lectura como lo que he visto en los muchos años que he peregrinado y vivido en extraños países. No es mi intento ofender á nadie, pero he de hablar con entera franqueza. La ironía con que elogia Froude la elocuencia transcendente de nuestros oradores es injusta á todas luces.

Palabra del Dia

bagani

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