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Actualizado: 17 de mayo de 2025


No se le debe desatender en las hemiplejias por apoplejía, ni en las parálisis reumáticas. Es esencial en las de la lengua, en cuya afeccion es muy útil la barita carbónica. § IV. Efectos fisiológicos y terapéuticos sobre los órganos de los sentidos y aparatos gastro-pulmonales.

Este le tomó la carta, y comprendió por la fecha que la había escrito el desdichado algunas horas antes de su muerte. Por desgracia, mis noticias son posteriores dijo . Después de escrito esto, le atacó una apoplejía fulminante, y está muy grave... muy grave.

Raveloe estaba situado en una hondonada, en medio de los árboles espesos y de caminos surcados por huellas, lejos de las corrientes de la actividad industrial y del fervor puritano; los ricos comían y bebían a sus anchas, aceptando la gota y la apoplejía como cosas que se trasmitían misteriosamente en las familias honorables, y los pobres pensaban que los ricos estaban en su pleno derecho de llevar alegre vida.

Bonifacio, en tales trances, parecía un náufrago ahogándose y que en vano busca una tabla de salvación; la tirantez de los músculos del rostro, el rojo que encendía las mejillas y aquel afán de la mirada, creía Reyes que expresarían la intensidad de sus impresiones, su grandísimo amor a la melodía; pero más parecían signos de una irremediable asfixia; hacían pensar en la apoplejía, en cualquier terrible crisis fisiológica, pero no en el hermoso corazón del melómano, sencillo como una paloma.

¡Qué demonio de accidente! ¿Qué apoplejía? dijo otro . Buena facha de apoplético tiene este señor, más seco que un bacalao. Más bien será un desmayo de debilidad exclamó un cuarto interlocutor, que despuntaba por lo gracioso . Su mujer lo gastará todo en moños, y comerá poco en su casa.

Marcelo, el hijo de este doctor, terminaba en París sus cursos de medicina. Era muy estudioso y poseía un espíritu muy distinguido. Fue el primero en el concurso de agregación, y estaba resuelto a permanecer en París, para tentar fortuna; todo le prometía la más feliz y brillante carrera, cuando recibió en 1852 la noticia de la muerte de su padre, ocasionada por un ataque de apoplejía.

En el hidrotorax se alterna la digital con el azufre. El hidrocele escrofuloso requiere con preferencia el mercurio y el sílice, si bien puede usarse despues la digital y tambien la quina. Las consecuencias de una apoplejía serosa requieren la cicuta mayor, aunque tambien se adaptan á veces á la digital. Sus indicaciones en el hidrocéfalo agudo son las del período de exudacion con cólicos.

Sabiendo cuánto influyen en los sacudimientos cerebrales y en las hemorragias internas los accesos de furor, puede creerse que, tal vez, la rabia y no el orgullo de ver a su hija elevada al rango de Tribuna del pueblo determinaron en la pletórica constitución del viejo la apoplejía fulminante.

La apoplejía misma no halla en él un agente curativo, cuando árnica solo es preferible en sus prodromos frecuentemente despreciados, desapercibidos ó muy rápidos; pero vuelve el acónito á tener lugar en el tratamiento, cuando habiéndose vencido con otros medios la congestion, el corazon toma su influencia activa; en este caso, árnica ó algun otro modificador mejor apropiado, debe asociársele generalmente.

Por una parte cierto orgullo, cuando volvía a creer que ella le había infundido una pasión homicida, y luego el horror que le causaba dicho orgullo; por otra parte la confusa sospecha y el vago remordimiento de que ella por instinto abominable, aunque sin reflexión, había provocado y hecho nacer aquel extravío en alma antes tan tranquila y dichosa; y por último la duda de que todo fuese sueño de su vanidad. ¿No podía doña Luz haberse forjado una novela? ¿Qué le había dicho el Padre para que le creyese enamorado? ¿Se había muerto de amor o de apoplejía?

Palabra del Dia

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