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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Ambos debían haberse amado castamente durante un cierto tiempo, ella en la esperanza de apaciguar y redimir al negador, él sin duda sonriendo de tal esperanza, y un día, la complicidad de las circunstancias, la dulce influencia de la hora, la debilidad de la mujer, la prepotencia del hombre habían cambiado repentinamente la naturaleza de sus relaciones.
Hubo que hacer esfuerzos para apaciguar a los cow-boys, que encontraban el juego muy de su gusto.
Me arrancáis mi dinero de tal modo que no me queda ninguno para apaciguar a esa mujer y un día cumplirá sus amenazas. Le diré todo a mi padre. En cuanto a vos, idos al diablo. Dunsey se dio cuenta de que había ido más allá de lo que debía, y que había llegado a un extremo en que el propio Godfrey, el hombre irresoluto, era capaz de tomar una resolución.
Si tienes algún medio de apaciguar á la niña, le dijo el ministro, te ruego que lo hagas inmediatamente. Excepto el furor de una vieja hechicera, como la Sra. Hibbins, agregó tratando de sonreir, nada hay que me asuste tanto como un arrebato de cólera cual éste en un niño. En la tierna belleza de Perla, así como en las arrugas de la vieja hechicera, tiene ese arrebato algo de sobrenatural.
Si se ha cometido un crimen no has sido tú el autor. Así lo he asegurado á tu madre y á tu hermana cuya desesperación he logrado apaciguar temporalmente. Así lo he declarado á uno de los magistrados que estudiaron tu causa, que te creía culpable y á quien he hecho dudar con mis afirmaciones.
En cambio, no sólo puedes apaciguar tu sed en mi corriente, sino contar con mis servicios cuando el agua del cielo haya restablecido mis fuerzas.» El pollito le respondió: «Puedo, pero no quiero. ¿Acaso tengo yo cara de criado de arroyos pobres y sucios?» «¡Ya te acordarás de mí cuando menos lo pienses!», murmuró con voz debilitada el arroyo.
Subieron del café el amo con algunas otras personas; suspendieron los indianos del billar su juego; terció don Melchor de las Cuevas, de quien así en guerra como en paz se hacía mucho caso. Al cabo se logró apaciguar el alboroto ya que no concertar las voluntades, hacía algunos meses resfriadas.
Yo no podía dormir... En vano regularizaba mi respiración, trataba de apaciguar mi pensamiento, me oprimía el pecho para contener sus latidos, ¡en vano!... ¡Yo no podía dormir! El insomnio acabó por vencerme y desmoralizarme. Me abandoné a él como un náufrago que pierde las fuerzas en la corriente.
Las fortalezas y castillos se derrumbaban y arrasaban por docenas; los malhechores, bandidos y tiranos soberbios, que habían infestado y devastado el país, eran ajusticiados á miles. Para apaciguar el reino dice el doctor Villalobos se hacían muchas carnicerías de hombres y se cortaban pies y manos y espaldas y cabezas.
Palabra del Dia
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