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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El que va ganando en este asunto eres tú.... ¿Sois novios ya? Hasta ahora no tengo noticia.... No le he dicho nada aún.... Sé que no le soy antipático. Nos miramos con buenos ojos; pero de relaciones, nada. Antes de pedírselas he querido consultar con usted, la persona más caracterizada que hoy tengo dentro de la familia en Madrid. Muy bien hecho. Has procedido dignamente.
Me es indiferente; hasta confieso que me es antipático, por los grandes extremos que hacen algunas señoras sobre su heroísmo. Eso molesta siempre á los que no somos héroes. Pienso en lo insignificante que sería hace cuatro años nada más. De conocerlo entonces, tal vez lo habría visto de tenedor de libros en un hotel ó en la tienda de mi camisero de París.
De la misma clase, con tan decidida predilección por lo horroroso y lo cruel, es El Caín de Cataluña, espeluznante relación de un asesinato en forma de drama; sin embargo, este poema dramático comprende una admirable descripción de caracteres, al describir la enemistad de los dos hijos del conde de Barcelona, y el asesinato del más joven, empleando, en parte, las mismas expresiones que se leen en la Biblia al contar la muerte de Abel, no pudiéndose negar tampoco que hay en este drama, á pesar de lo repugnante y antipático que aparece en su conjunto, ciertos momentos aislados interesantes y de patético sublime.
Al contrario, con cierta complacencia feroz decía entre dientes: «Ya sabes adonde voy. ¡Rabia, antipático; rabia!» Alguna vez, cuando estaba charlando con Joaquinita en un rincón, sentía posarse sobre mí sus ojos pequeñuelos y malignos. Mas al levantar la cabeza hacia él los separaba inmediatamente. En estos días, la segundogénita de Anguita me dio una noticia que no dejó de causarme pena.
Y de nuevo en marcha, perdiéndose en el primer recodo del río, haciéndome oír, como una carcajada su antipático silbido. Nos miramos a las caras: nunca he visto la desesperación más profundamente marcada en rostros humanos... ¿A qué insistir en la agonía de aquellos días como no he pasado, como no volveré a pasar jamás semejantes en la vida?
El Naranjero era hombre de unos cuarenta y cinco años, de piel morena y curtida, cabellos cerdosos y grises, ojos negros extremadamente vivos, más bien bajo que alto y vestía, como el guitarrista Primo, la chaquetilla clásica, la faja y el hongo flexible. Sin saber por qué, quizá por su presunción de gracioso, me fue antipático desde el principio.
Manifestó el caballero que conocía los antecedentes todos y la historia completa de la desgraciada joven, y se presentó con bienhechor de la humanidad, amparo y arrimo de la orfandad desvalida. ¡Era tan rico!... ¡Pero tan antipático!... ¡Pobrecito D. José! Ahora sí que eres el más infeliz de los hombres.
En el gabinete de lectura, Trifón Cármenes repasando Ilustraciones antiguas; en el tresillo ni un socio; no le quedaba más que el dominó, que le era antipático por el ruido de las fichas y por aquello de estar sumando sin parar.
Parece, a juzgar por la mirada que le ha echado, que no le es usted enteramente antipático. Ni usted tampoco, si es soltero... ¿Tanta gana tiene de marido? Una mijita. Cuando su padre fue a establecerse a Málaga, hace siete u ocho años, era un hombre rico: esta niña podía tener entonces diez y seis años, lo más. Entonces era otra cosa.
Aunque el periodista tenía bastante intimidad con el recién venido, en aquel momento le fué más antipático que si viera en él á un alguacil encargado de prenderle. Le miró, apartando la vista del artículo, nuevamente interrunpido, y esperó con paciencia las palabras de su amigote.
Palabra del Dia
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