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«Yo... bien lo sabe usted... balbució Sor Marcela , lo tenía para mi mal del estómago... coñac superior». Pero esa maldita ¿cómo...? Si esto parece... ¡Jesús me valga! Estoy horrorizada. ¿Pero cuándo...? Es muy sencillo... hágase usted cargo. Anteayer, ¡San Antonio bendito!, cuando estuvo en mi celda moviendo los trastos para coger el ratón.

Ayer noté yo bien marcadas en el felpudo de la entrada las suelas de unas botas de persona fina. Dicen que el aguador... ¡Qué aguador ni que niño muerto!... Y anteayer había en esa misma alcoba la impresión, , la impresión de una persona que aquí estuvo. No lo puedo explicar; era como huellas dejadas en el aire, como un olor, como el molde de un cuerpo en el ambiente.

El grupo se estrechó: acercáronse unos a otros los sillones, y por un instante se oyó el cadencioso chirriar de las ruedas sobre el piso. Anteayer... siguió Amalia Amézaga en tono algo más bajo fue ésta al tiro de pistola.... ¿Tiras ahora? preguntaron a un tiempo Pilar y Luisa Natal.

17 Y habló Abner con los ancianos de Israel, diciendo: Ayer y anteayer procurabais que David fuese rey sobre vosotros; 18 ahora, pues, hacedlo; porque el SE

Porque ocurrió también la feliz coincidencia de que apurado el punto de las opiniones pictóricas de Nieves, salió de golpe y porrazo don Claudio Fuertes diciéndola: En este mismo sitio y al oír a usted que le gustaban mucho los paseos marítimos, la prometí anteayer que no le faltarían medios de satisfacer ese gusto, si se empeñaba usted en ello.

A los tres días, Pepe, leyendo un periódico, dio con el siguiente suelto: «El púlpito sigue convertido en tribuna por los enemigos de las instituciones liberales. Hemos oído asegurar que en una de las principales iglesias de Madrid se ha pronunciado anteayer un violento sermón, una verdadera excitación a la guerra civil.

5 Y David respondió al sacerdote, y le dijo: Cierto las mujeres nos han sido vedadas desde ayer y desde anteayer cuando salí, y los vasos de los mozos fueron santos, aunque el camino es profano; cuanto más que hoy será santificado con los vasos.

Y usted, D. Narciso, tampoco ha venido ni ayer ni anteayer. ¿Qué ha sido de usted? ¿Reza también por las noches? dijo D.ª Marciala, que hacía calceta cerca de la mesa de tresillo; de vez en cuando alzaba las manos hacia el quinqué de los jugadores, para tomar un punto que se le había escapado. No, señora; yo no soy gran rezador. No tengo la virtud de la oración.

Anteayer mismo trajeron que se habían descifrado un himno demótico al Dios Soknopaios, compuesto por su propio sacerdote y escrito en un rollo de papiro de más de un metro de largo, y dos ó tres capítulos de la obra de Xenofonte, titulada Helénica, donde trata de los últimos casos de la guerra del Peloponeso.

Entonces habló de mi hijo, haciendo presente al Rey que había a la sazón dos regimientos vacantes: el de la Reina y el de Astorga. Sea dijo el Rey; concedo el mando del último a Rafael Moncénigo. Anteayer prosiguió el barbero con orgullo y satisfacción paternales, mi hijo recibió su despacho; ¡mi hijo es coronel!...