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A buscar vuestro aposento, cuando vos me encontrasteis en ese oscuro pasadizo iba, resuelto a pediros con todas las ansias de mi alma me perdonaseis la injuria, que, sin ser yo poderoso a evitarlo, en un momento de turbación y de ceguedad, arrastrado por no qué tentación invencible, sin que mi alma en ello tomase parte alguna, ni determinación mi voluntad, ni satisfacción mi deseo, os he hecho.

La población se duplica en cuarenta años. El indio presiente el espíritu democrático del siglo, y todo en fin, refleja en aquel país las ansias de una perfección retardada por los accidentes de la historia. Sólo una cosa conserva allí la secular organización y carácter que se le imprimiera hace siglos: la Administración del Estado en sus diferentes ramos.

Es muy singular el don que tiene Madrid, con ser tan grande en comparación con una aldea, para vulgarizar tipos, acreditar frases y poner motes. Lo que el marqués deseaba con tan descomedidas ansias, era un hijo varón; pero llegaron a pasar tres años, y lo deseado no venía. Al cumplirse los cuatro hubo grandes barruntos de algo. Pero ¿qué sería?

Si pudiera mi alma, dalaga de mi tierra, mitigar los pesares que tu espíritu encierra, te enseñaría un prado de encanto singular, y en medio de tus ansias, bellísima criatura, te haría ver poéticos jardines de ventura, do eternamente puedas tu cuitas olvidar.

Rióse ella misma de misma al notar la febril impaciencia con que esperaba la hora de ir a Palacio, porque ni la señora de López Moreno había sentido mayores ansias ni más vehementes deseos el día de su famosa presentación en el hotel Basilewsky.

Después de esta breve conferencia no se disiparon las confesiones ni se calmaron las ansias del insigne Cordero, antes bien, se dio a cavilar más en el silencio de la noche, buscando entre sus recuerdos alguna sentencia del ginebrino que iluminase un poco sus tenebrosos pensamientos; pero Juan Jacobo no decía nada, y hasta de su querido filósofo y consejero se vio desamparado en tan tristes horas el hombre más bondadoso que por aquellos tiempos existía en el mundo.

Una monja, una fundadora de conventos; ¿cuántas monjas había habido que no habían pasado de ser mujeres vulgares? La vida de una monja puede caer en la rutina también, ser poco meritoria a los ojos de Dios, y nada útil para satisfacer las ansias de un alma ardiente. Y, sin embargo, a la Santa Doctora; ¿qué mundos tan grandes, qué Universo de soles no la había dado aquella vida del claustro?

Ya pisaban el redondel; ya estaban frente al público: llegaba la realidad. Y las ansias de gloria de sus almas bárbaras y sencillas, el deseo de sobreponerse a los camaradas, el orgullo de su fuerza y su destreza, les cegaba, haciéndoles olvidar temores e infundiéndoles una audacia brutal. Gallardo se había transfigurado.

Al acercarse al pilón de la fuente de Oeste, De Pas tuvo tentaciones de aplicar sus labios al tubo de hierro que apretaba con sus dientes un león de piedra, y saciar sus ansias en el chorro bullicioso, incitante.... No se atrevió y dio la vuelta, continuando su paseo en la soledad. Al llegar a la otra fuente, iguales ansias, iguales tentaciones.... Media vuelta y atrás.

Con suspiro tenue y quedo tiembla aún de sus ansias al compás.