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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Creemos, puede afirmarse, que el más solemne recibimiento de monarcas y que los más ostentosos festejos que celebró Sevilla durante el siglo XV, fueron con ocasión de la visita de los Reyes Católicos, en 1477, durante la cual tuvo lugar el nacimiento del Principe Don Juan, cuyo bautizo se verificó con la mayor pompa, porque la nación entera cifró en aquel todas sus esperanzas, sus más vehementes anhelos de prosperidad y de venturas.
Estaba condenada, con veinte años de edad y tanta hermosura, a la viudez perpetua, a la soledad, a amar a quien no la amaba. Todo otro amor era imposible para ella. El carácter de Pepita, en quien los obstáculos recrudecían y avivaban más los anhelos, en quien una determinación, una vez tomada, lo arrollaba todo hasta verse cumplida, se mostró entonces con notable violencia y rompiendo todo freno.
Ese mundo respondió el mancebo se concibe mejor que se pinta, como todo lo que se siente por anhelos del alma.
Era indispensable escoger con cuidado el confesor, cuando se trataba de ponerse en cura; pero, una vez escogido, era preciso considerarle como lo que era en efecto, padre espiritual, y hablando fuera de todo sentido religioso, como hermano mayor del alma, con quien las penas se desahogan y los anhelos se comunican, y las esperanzas se afirman y las dudas se desvanecen.
Arrastráronse hacia este lado todos mis anhelos, y acosé a preguntas ociosas a todos y a cada uno de los de la casa. Lo único que saqué en limpio y de nuevo fue la noticia de que tan pronto como pasó la tromba de mediodía, había salido otra expedición de valientes; pero no más que «contra eyus», «contra» los que faltaban; es decir, a su encuentro, o ver si los columbraban desde cierta distancia.
Cifró los anhelos y las esperanzas todas de su vida en aquel niño, que necesitaba de su maternal solicitud para no perecer al golpe de las muchas dolencias que padeció en la infancia: para ella era un goce intenso y continuo irlas venciendo y verle salvo y cada vez más robusto.
Sin duda que el alma fervorosamente cristiana, cuando se dirige a Dios en sus rezos y hablas interiores, se pone muy humilde, se califica de indigna, de pecadora, de perversa, de todo lo malo y ruin que pueda imaginarse; pero de sobra se comprende que esto lo dice y lo confiesa el alma cuando se compara con un ideal supremo de perfección, de rectitud, de bondad y de hermosura, término altísimo de todas sus aspiraciones y blanco inasequible de sus miras y anhelos.
Envolvíase el legitimista en la dignidad de sus tradiciones, de su fidelidad y de sus anhelos y trataba de revolucionario al imperialista; mientras que éste, en su foro interno, trataba de imbécil al legitimista. Pero como la urbanidad no le permitía emitir su opinión gritaba para resarcirse como un desesperado.
No le faltaban elementos por su conocimiento de la realidad del mundo y sus pasiones, anhelos y torturas; le sobraba fantasía para hacerla resaltar; espléndido lenguaje con que exponerla.
De todas las ciencias, ésa es la sola que yo desearía tener hoy. Pero, ¡ay de mí! no la poseo, y la prueba es que, a pesar de mis anhelos, no la puedo curar y es necesario ceder a otro esa gloria. »En efecto, hizo ir de Nápoles a un sabio médico y Carlos me suplicó que le obedeciese, atribuyendo a sus conocimientos el cambio favorable que entonces experimenté.
Palabra del Dia
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