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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Así caen destrozados entre la indiferencia los bravos paladines de la bohemia. Su fiera independencia espiritual, su altivo individualismo es la causa del doliente remate de esas vidas. Carecen de habilidad, de condiciones de mercader para administrar su talento. Producen bien o mal, por el gusto de hacer algo bello, por el anhelo de su alma de derramar lo que llevan dentro.
El deber, un deber penosísimo, le obligaba a desatar el lazo que con tal anhelo aspiraba a hacer indisoluble. Godofredo guardaba silencio sobre la naturaleza del deber que le obligaba a faltar a su palabra. La carta cayó como una bomba sobre la familia Sánchez.
Lo que estamos haciendo es un pecado grave, es un crimen. ¿Quién puede privarme del arrepentimiento, de reconciliarme con Dios y ser bueno?» El arrepentimiento había sido en los últimos tiempos un vago deseo, gracias a la fatiga de su amor y aún más al miedo desapoderado que el infierno le inspiraba. Ahora se convirtió en verdadero anhelo. Verdad que ofrecía mayores atractivos.
Pues ahora fueron tantas las que le trajo que consiguió empalagarla y que las aborreciese. De tal modo llegó á impresionarle la amenaza, no obstante, que pronto le hizo vivir en un estado de agitación y anhelo insoportable. Entonces, para arrancarse del corazón esta espina, pensó seriamente en casarse con Soledad.
Entonces se fijó Simón en la niña; y olvidando por un momento sus disgustos, corrió también hacia ella. ¿Te has caído? la preguntó con cariñoso anhelo . ¿Te han pegado? ¿Por qué sangras?... ¡Habla, hija mía, por Dios!... La niña, después de sollozar un rato, refirió, punto por punto, cuanto la había ocurrido.
La brillante pollada del balcón agitábase con gran algazara, sin importarle las miradas curiosas de los de abajo; dominaba en ella esa nerviosa alegría de las jóvenes cuando, libres momentáneamente del sermoneo de las mamas, sienten una oculta comezón, un vehemente deseo de cometer diabluras. Con el anhelo de su libertad, iban de una parte a otra sin saber por qué.
De aquí que admiremos á Leopardi, no por su ateísmo y desesperación pesimista, sino por su anhelo ferviente de bondad suprema, por su aspiración á lo divino, que él cree irrealizable.
El emperador lucha con un anti-emperador, y con auxilio de Fausto y de Mefistófeles le derrota. Fausto, que ha tratado ya de calmar su anhelo infinito con la ciencia, con la poesía, en el seno de la Naturaleza y en el seno de la belleza ideal, procura ahora satisfacerle con el poder y el dominio.
Vos lo sabéis todo, don Francisco dijo la joven con anhelo. Lo sé, señora, y lo sé tanto, como que aún estoy dudando de ello. No os pregunto cómo lo sabéis, no tengo tiempo para nada, ni cabeza; me estoy muriendo; sobre mí vienen... Las culpas ajenas os premian. ¿Qué decís? ¡Si le amáis! ¡Dios mío! pero... yo hubiera vencido esta afición... ¿Y á qué vencerla?
A la hora de la comida oyó que uno de varios huéspedes que había sentados cerca de ella decía, mirándola de reojo: «La Moreruela está hoy más guapa que nunca.» Cristeta pensó: «¡Mejor para mi Juan!» En el teatro, durante la función, trabajó apriesa; por su gusto hubiese llevado a escape las escenas, no movida de la grosera impaciencia del deseo, sino dulcemente estimulada por el anhelo de ver a Juan.
Palabra del Dia
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