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Actualizado: 19 de junio de 2025
Es portentosa la multitud de pajarillos que alegran estos campos y alamedas. Yo estoy encantado con las huertas, y todas las tardes me paseo por ellas un par de horas. Mi padre quiere llevarme a ver sus olivares, sus viñas, sus cortijos; pero nada de esto hemos visto aún. No he salido del lugar y de las amenas huertas que le circundan. Es verdad que no me dejan parar con tanta visita.
En nuestras conversaciones, cuando estábamos en el mismo punto, y por cartas, cuando estábamos en punto distinto, discutíamos no poco, sosteniendo las más opuestas opiniones, lo cual, lejos de desatar los lazos de nuestra amistad, contribuía a estrecharlos, porque siempre teníamos qué decirnos, y nuestras conversaciones y disputas nos parecían animadas y amenas.
El gacetillero afirmaba en ella, con estilo sencillo y elegante, que el tiempo estaba delicioso, y que nada mejor podían hacer los habitantes de Sarrió en las horas de la tarde, que dar un paseo por las amenas y frondosas cercanías de la población. Otra: ¡Señor Alcalde, por Dios! Se excitaba a don Roque para que obligase a poner canalones en algunas casas.
No le guardaba rencor porque le hubiese quitado la tela de los versos. Restregaba la cabeza y el cuello contra la vestidura de la linda dama, y parecía gustar de que ella le pasase la mano por el largo cuello y por las alas, y le alisase las plumas. Estas mudas conferencias, que tenían lugar dos o tres veces cada semana, duraban poco y no se puede decir que fuesen muy amenas.
Básteme afirmar que no pocas se leen con agrado, que están sencilla y elegantemente escritas, y que tal vez son más morales y más amenas aquellas cuyos autores, o no han leído muchas novelas francesas o inglesas, o se olvidan de ellas cuando componen las suyas. De los novelistas ya muy populares y acreditados, de los veteranos, digámoslo así, no he de decir aquí palabra.
En medio de aquella agitación política, habían hallado retraimiento dulcísimo en la misma casa de quien la promovía; y allí eran las pláticas suaves y encumbradas, y las conversaciones amenas, en que siempre aprendía algo doña Luz, en que siempre hallaba nuevas excelencias en el entendimiento y en el corazón del padre, y en que el padre, a su vez, no dejaba nunca de pasmarse del despejo, de la agudeza, de la notable discreción, de la fantasía poética y de la sensibilidad exquisita de su bella interlocutora.
En el hotel que habitaba en Munich encontró a miss Mary Gordon, a la que había visto antes en el teatro de Wagner. Era una inglesa alta, esbelta, de pocas y finas carnes; un cuerpo de gimnasta, en el que los deportes habían contenido las amenas redondeces femeniles, dándola un aspecto juvenil, sano y asexual de bello muchacho.
Mientras anduve ocupado en hacer abundante provisión de ropas de abrigo, calzado recio, armas ofensivas y defensivas, libros de Aimard, de Topffer y de cuantos, incluso Chateaubriand, han escrito cosas amenas a propósito de montañas, de selvas y de salvajes, lo mismo que si proyectara una excursión por el centro de un remoto continente inexplorado, puedo responder de que no me faltó la fiebre.
En lo más excelente suele haber y hay con frecuencia algo de ridículo; de suerte que, si lo ridículo se extrae, lo excelente, en vez de sufrir menoscabo o deterioro, queda limpio de toda mácula. La parodia, pues, no implica el descrédito de lo parodiado, antes bien es lícito afirmar que sólo de lo bueno y de lo hermoso se pueden sacar parodias divertidas y amenas.
Bartolo volvió la cabeza. ¿De qué os reís? ¿De qué ha de ser? ¡De ti! respondió su primo. ¿Sabes lo que te digo, Bartolo? manifestó Celso con mucha calma. Habían llegado ya á las alturas que dominan el lugar de Villoria. La cañada se ensanchaba un poco allí y en las amenas praderas que el riachuelo dejaba á entrambas orillas estaba asentado el pueblo, el más grande y poblado después de la capital.
Palabra del Dia
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