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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Los reyes entonces alzaron la voz en nombre del Altísimo, y dijeron a los pueblos: «No más juicios de Dios; en lo sucesivo, nosotros juzgaremos».

3 Alzaron los ríos, oh SE

Nuestros señores, al salir de casa por la puerta principal, alzaron la vista para contemplar estas montañas soberanas, iluminadas por un sol que ya empezaba á descender hacia las colinas laterales. La nieve había desaparecido casi totalmente del paisaje. Sólo en las crestas más elevadas percibíanse algunas manchas blancas como de ropas tendidas á secar.

Las vacas se colocaron todas de frente al cercado, siguiendo atentas con los ojos a la bestia invasora. Los caballos, inmóviles, alzaron las orejas. ¡Come toda avena! ¡Después pasa! Los hilos están muy estirados... observó aún el malacara, tratando siempre de precisar lo que sucedería si... ¡Comió la avena! ¡El hombre viene! ¡Viene el hombre! lanzó la vaquilla locuaz.

13 y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. 14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios. 15 Entonces uno de ellos, como se vio que estaba limpio, volvió, glorificando a Dios a gran voz; 16 y se derribó sobre el rostro a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

Los demás, incluso D.ª Eloisa, alzaron la cabeza con curiosidad. ¿Quién era? Su cuñada Joaquina gritó más que dijo el ex-gobernador interino de Tarragona, como si anunciara el juicio final. Profundo estupor en toda la tertulia. ¡Mi cuñada! exclamó. Su misma cuñada confirmó D. Peregrín con trompeteo horrísono. ¡No puede ser! dijo D.ª Eloisa. ¡No puede ser! exclamó su marido, suspendiendo el juego.

Lo habíamos comprendido dijo uno tristemente. Y todos a la vez se alzaron de la silla y vinieron a él, expresando su disgusto con afectuosas palabras. Mario hizo de tripas corazón. Se mostró tranquilo, risueño; hasta se autorizó algunas bromitas.

Al oírse llamar con nombre tan infamante, Zarapicos, que era un rapaz honrado, aunque pobre, no pudo contener el ímpetu de su ira, y echando la mano al cuello del insolente Majito, le derribó en tierra, diciendo: «¡Figuerero!..., ¡coles!, ¡te deslomo!». Pero el Majito supo reponerse, sacudirse, levantarse, y, una vez en pie, sus manos alzaron un canto tan grande como medio adoquín.

Entonces los pájaros cobijados entre las hendeduras de los sillares desquiciados, en los relieves de los frisos, en las estatuillas de piedra y las hojarascas de granito, se alzaron en medroso enjambre, yendo fugitivos y asustados a perderse en la altura o a refugiarse rastreando por los cercanos trigos.

Tus nobles hijos al mirar su busto Del polvo alzaron la humillada sien, Y levantaron con robustos hombros El ara santa de ochocientos diez. «Venganza al puebloprorrumpieron todos «Palmas al mártir que murió con ! «Gloria al que caiga en medio del combate! «Gloria á los hijos de ochocientos diez

Palabra del Dia

bagani

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