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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Y estos muros se hinchan en redondas tumefacciones, se desconchan en grandes claros, dejan caer sobre los colgadizos de las puertas una costra de tierra donde crece el musgo... Yo vivo muy alto; aparto los visillos y veo abajo, sobre la piedra gris de la portada, la mancha húmeda y verdosa.
Crea usted que con todo lo que le estimo y le considero, no llevaría mi abnegación hasta el punto de brindarle con prenda de tan alto valer, si fuera mía en el sentido que usted se había imaginado. Esto sin contar con que, aun sin ese soñado compromiso, sabe Dios lo que la huéspeda pensaría de estas cuentas, si nos estuviera escuchando por el ojo de esa cerradura.
Otra estátua de mujer también en su nicho del mismo alto con la cabeza manos y pies de piedra de parangon y el cuerpo de ágata ordinario. Un sátiro de marmol antiguo también en su nicho de cerca de tres cuartas de alto que tiene en la mano un botijoncito.
Porque, aunque parezca maravilloso, increíble, D. Laureano tenía cerca de sesenta años. Nadie le supondría más de cuarenta y cuatro o cuarenta y seis. Era un hombre alto, esbelto, de cabellos negros y rizados donde sólo se advertía tal cual hebra plateada, la tez fresca y sonrosada, el pequeño bigote retorcido hacia arriba, la dentadura perfectamente conservada.
Un amigo viene á buscarnos muy de mañana, y á propuesta suya, hemos empleado casi todo el dia en ver á Paris desde tres puntos diferentes: desde lo alto del arco del Triunfo, desde una orilla del Sena, y desde las alturas de Montmartre. La vista desde el arco es extensa, varia, pintoresca, rica, grandiosa.
Si quiere utilizar sus excelentes cualidades en la Administración pública, yo le prometo ayudarle con todas mis fuerzas. En todo caso, paréceme que tiene suficiente voluntad y los méritos necesarios para llegar muy alto. Añada usted a todo esto, que sus padres son ricos y que adoran a su hijo.
Los individuos de la sociedad católica fundaron un periódico, «La Era Cristiana», que, sea dicho de paso, y repitiendo las palabras del dómine, «es el papel que habla más alto en favor de la cultura villaverdina». Le redactaba don Román, ayudado por el exclaustrado y por Castro Pérez.
Y no pocos creían que ella había correspondido a aquel amor con afecto tan puro como vehemente. Por cierta se daba la desesperación de Bernardín Riveiro al ver que iba a ausentarse el alto objeto de su adoración y de su culto. ¿Dónde habría ido Bernardín Riveiro a ocultar su dolor o más bien a darle en la soledad rienda suelta?
Y allí, puesto Sancho en mitad de la manta, comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él como con perro por carnestolendas.
Obedeciendo sus indicaciones, un grupo de atletas había corrido á lo alto de la mesa para manejar la grúa que subía los alimentos. Ocupando su plato-ascensor pudo llegar á la vasta planicie de madera, sin necesidad de trotar por las fatigosas espirales.
Palabra del Dia
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