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Actualizado: 13 de junio de 2025
24 Y salió la quinta suerte por la tribu de los hijos de Aser por sus familias. 25 Y su término fue Helcat, y Halí, y Betén, y Acsaf, 26 y Alamelec, y Amad, y Miseal; y llega hasta Carmelo al occidente, y a Sihorlibnat; 30 abraza también Uma, y Afec, y Rehob: veintidós ciudades con sus aldeas. 32 La sexta suerte salió por los hijos de Neftalí, por los hijos de Neftalí conforme a sus familias.
Y las excursiones en el carricoche con el viejo notario y su pacífico caballo, cuyas riendas se le permitía tener algunas veces. ¡Qué gloria la de atravesar así las aldeas de los alrededores y entrar solemnemente en alguna gran granja, donde le agasajaban como a su padrino!
La fama de su belleza se comenzó a estender por todas las circunvecinas aldeas, ¿qué digo yo por las circunvecinas no más, si se estendió a las apartadas ciudades, y aun se entró por las salas de los reyes, y por los oídos de todo género de gente; que, como a cosa rara, o como a imagen de milagros, de todas partes a verla venían?
8 Está en las guaridas de las aldeas; en los escondrijos mata al inocente; sus ojos están acechando al pobre. 9 Acecha de encubierto, como el león desde su cama; acecha para arrebatar al pobre; arrebata al pobre trayéndolo en su red. 10 Se encoge, se agacha, y caen en sus fuerzas muchos desdichados. 11 Dice en su corazón: Dios está olvidado, ha encubierto su rostro; nunca lo vio.
23 Y Gesur y Aram tomaron las ciudades de Jair de ellos, y a Kenat con sus aldeas, sesenta lugares. 25 Y los hijos de Jerameel primogénito de Hezrón fueron Ram su primogénito, Buna, Orén, Ozem, y Ahías. 26 Y tuvo Jerameel otra mujer llamada Atara, que fue madre de Onam. 27 Y los hijos de Ram primogénito de Jerameel fueron Maaz, Jamín, y Equer. 28 Y los hijos de Onam fueron Samai, y Jada.
El camino, que es carretero, aunque difícil y muy pendiente cuando trepa las montañas, atraviesa el valle, y pasando por delante de tres ó cuatro aldeas rodeadas de bosques y vergeles, casi por el pié de una colina donde se destacan aún las ruinas del castillo de Unspunnen, penetra al estrecho valle del Lutschine, riachuelo que desciende á saltos, atormentado y espumante, por un lecho de grandes rocas y peñascales.
En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado.
En el umbral de la barraca se estrecharon las manos unos a otros y se dieron las buenas noches; y unos a la derecha y otros a la izquierda, formando pequeños grupos, regresaron a sus aldeas. ¡Buenas noches, Materne, Jerónimo, Divès, Piorette; buenas noches! gritaba Juan Claudio.
Esos son bandidos que siempre siguen a todos los ejércitos; pero un acto aislado no prueba nada contra la disciplina de nuestras tropas. Los soldados franceses han hecho cosas semejantes en Alemania, y particularmente en el Tirol: no contentos con saquear e incendiar las aldeas, fusilaban cruelmente a los campesinos sospechosos de haber tomado las armas para defender el país.
Y rodeava Iešus por todas las ciudades y aldeas, enšeñando en las šynogas deellos, y predicando el Evangelio del Reyno, y šanando toda enfermedad y toda flaqueza en el pueblo. Y viendo las compañas, uvo mišericordia deellas, que eran derramados y ešparzidos, como ovejas que no tienen paštor. Entõces dize
Palabra del Dia
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