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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Mas cuando Celestino Reguera comenzó a formar sobre el tablero maqueado las magníficas piezas del ajedrez, y se puso Jacobo a explicar el pintoresco modo como habían de moverse al jugar la partida las personas que las representaran, Lilí no pudo resistir la tentación y aproximóse al grupo de puntillas, haciendo señas silenciosas a su hermano para que viniese. ¡Era aquello tan bonito!...

A falta de personas formales los niños tomaban posesión del paseo, utilizándolo para los juegos del aro, de la cuerda, de la pelota, pío campo, escondite, y otros no menos respetables, tan respetables, por lo menos, y por de contado más saludables, que los de el ajedrez, tresillo, ruleta y siete y media con que los hombres se divierten.

De ella resultaba que el tío Frasquito había observado con sorpresa al principio, con recelo luego y con inquietud más tarde, que sir Roberto Beltz le seguía a todos los lados sin perderle un momento de vista; atribuyólo, al pronto, a la admiración que pudiera causarle su magnífico traje de gran mandarín, capaz de despertar las envidias del Mikado, porque era el tío Frasquito el feliz mortal que había tenido la honra insigne de figurar como rey blanco, al lado de Currita, en la famosa partida de ajedrez que acababa de representarse.

En la sala contigua al gabinete viejo estaban los socios de costumbre, los que no jugaban a nada y los seis que jugaban al ajedrez. Estos habían colocado el respectivo tablero junto a un balcón, para tener más luz. En el fondo de la sala parecía que iba a anochecer.

Si estuvieras aquí sería otra cosa; ya sabes cuánto te quiere; habría menos gruñidos y menos regaños; los altares tendrían manteles limpios, y las albas menos rasgones; me leerías algo todas las noches, aunque fuera para que los libros no se estuvieran arrumbados en el armario; jugaríamos un partido de ajedrez, y la vida de este cura sería menos fastidiosa en este destierro.

En la defensa del rey y la reina se cifra, por lo tanto, toda la estrategia del ajedrez. Pero aunque la similitud entre el ajedrez y las batallas humanas, político-militares, es muy grande, existe, sin embargo, la radical diferencia que hay entre la vida y el puro mecanismo de unos muñecos de madera. Aclaremos un poco el punto.

Los viajeros, divididos en grupos sobre el puente del vapor, contentos y comunicativos, como todo el mundo en un vapor cuando no se sufre el mareo, jugaban ajedrez ó dominó, contaban anécdotas de viajes, ó hablaban con interés de los sucesos de Italia donde la guerra había comenzado.

No está la dificultad en comprender sino en atinar. El jugador de ajedrez. Sobieski. Las víboras de Aníbal. Hay en este punto una particularidad muy digna de notarse, y que tal vez no ha sido observada; y es que muchas verdades no son difíciles en y que sin embargo á nadie se ocurren sino á los hombres de talento.

Vamos luego a rezar nuestro rosario a la iglesia o a nuestro gabinete; paseamos después hasta la noche, y durante la velada, mientras yo juego al ajedrez con mi marido, las niñas se entretienen aprendiendo de memoria algunas de las fábulas de La Fontaine.

Como un jugador de ajedrez que juega solo y lo mismo se interesa por los blancos que por los negros, don Álvaro cuidaba de los negocios conservadores lo mismo que de los liberales. Eran panes prestados.

Palabra del Dia

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