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Aguardó, pues, entretenido en revisar papeles hasta que creyó llegado el momento de enviar nuevamente el criado a saber si el padre Ortega había despejado. Mas cuando iba a hacerlo entraron a avisarle que estaban allí unos cuantos señores, entre ellos Calderón, que deseaban verle. El banquero frunció el entrecejo. ¿Habéis dicho que estaba en casa?

Tomó con su habitual gravedad la carta que le presentaba el portador, le gratificó con largueza y le despidió. Pero el mozo le respondió: Aguardo contestación. Entonces el guapo echó una mirada al sobre y observó que estaba escrito de mano de hombre. Lo rompió con presteza y leyó la carta.

Febrer sintióse tentado por la proposición. ¡Ver a Margalida!... Pero el tono de flojedad con que el padre le invitaba y el gesto inquieto con que aguardó su respuesta le hicieron desistir. No; muchas gracias, Pep se quedaba en la torre. Podían creer que cambiaba de vivienda a impulsos del miedo. El payés volvió a mover la cabeza con signos de asentimiento.

Se apresuró a saltar a los prados y aguardó con ansiedad mirando sigilosamente por encima de la pared a que el jinete pasase. No transcurrieron dos minutos sin que en efecto cruzase por delante de él como un relámpago. Pudo reconocer perfectamente el magnífico caballo alazán del Duque. A éste no pudo distinguirle porque iba envuelto en un capote, con un gran sombrero calado hasta las narices.

¡Pero, tonto! ¡si yo sólo te quiero a ti! ¡Si estoy chalaíta por mi cortijero y aguardo como quien espera a los ángeles el momento de ir a Matanzuela pa cuidar a mi aperador salao!... Ya sabes que yo podría casarme con cualquiera de esos señoritos del escritorio que son amigos de mi hermano. La señora me lo dice muchas veces.

Levantose al vernos entrar y aguardó un instante que mi tía nos presentase. Pero el tal ceremonial era tan desconocido para ella, como para los habitantes de Greenlandia, y se presentó él mismo bajo el nombre de Pablo de Couprat. ¡De Couprat! exclamó el cura; ¿sois tal vez hijo del excelente comandante de Couprat, a quien he conocido en otro tiempo?

¿Y cuándo? dijo con ansia el Vizconde. Dentro de doce días, el 20 de este mes contestó ella , hasta entonces ni nos hablaremos ni nos veremos. ¿Y por qué tan largo plazo? exclamó él. Porque quiero dijo ella imitar con usted lo que hizo Ninon de Lenclos con el abate Gedoyn. ¿Y qué hizo Ninon con el abate? Aguardó para hacerle dichoso y le hizo dichoso el día de su cumpleaños.

En este estado no le quedaba mas alternativa que salir al encuentro de la columna auxiliadora, ó retirarse: prefirió este último arbitrio, teniendo á su disposicion un ejército de 17,000 hombres! Se replegó hácia la provincia de Tinta, donde no tardó en alcanzarlo Valle al frente de 16,000 hombres. Le aguardó Tupac-Amaru con 10,000, que fueron arrollados en las inmediaciones de Tungasuca.

Y se sentó, haciendo silla de una tinaja rota. Puesto el codo en la mesilla y el hueso de la barba en la palma de la mano flaca, aguardó las explicaciones de su sobrina. «Tía... murmuró esta sintiendo mucha dificultad para iniciar la cosa grave que iba a decir . Usted sabe que yo y Mariano... ¿Pero usted no lo sabe? No sino que sois un par de perchas que ya, ya.

Aguardó un rato en espantosa lucha, hasta que le asaltaron ideas alarmantes como esta: «Si ahora baja y me ve aquí...». Y salió escapado por la calle adelante sin atreverse ni a mirar hacia atrás. La tentativa del tercer día no tuvo mejor éxito, y aburrido al fin y desconcertado, resolvió expresarse con su mujer por medio de una carta.