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Actualizado: 13 de julio de 2025
Yo, con mi palabra, si acierto a expresar con ella lo que agita mi mente de un modo confuso, engendraré también mi amor y daré consistencia a la todavía vaga creación en que este amor mío ha de satisfacerse y aquietarse, cumpliéndose así mi destino.
Esto no es París ni Londres; pero resulta suficientemente grande para que no se tropiecen nunca dos personas cuando una hace la vida de mujer abandonada, visitando más las iglesias que los teatros, y la otra se agita en el mundo de noche y vuelve a casa todos los días a la hora en que el frac arrugado y la pechera abombada se impregnan del polvo que levantan los barrenderos y del humo de las buñolerías.
Por otra parte, le desplacían cada vez más las tertulias políticas, donde los asistentes ven y examinan todas las cuestiones por el prisma, no del entendimiento del dueño de la casa siquiera, sino de la pasión que le agita en cada momento, y repiten siempre como un eco las palabras del jefe.
La primera para el maldito aquel que agita el manto de seda de la pobre castellana. ¡Ensartado por la cintura, un palmo más abajo de lo que yo esperaba! Número dos: regalo de despedida al condenado aquel que lleva una cabeza clavada en la pica. Ya está tendido panza arriba. ¡Buen flechazo también el tuyo, Tristán! Has hecho caer á ese buen mozo de narices en el fuego. ¡Allá va otra!
Allí vive tambien una sociedad heterogénea bajo todas sus formas. Vegeta, embrollando los negocios, una Dieta federal que representa la ambicion, los intereses y el egoismo suspicaz de los gobiernos ó soberanos; y se agita una prensa libre y activa, representante de la soberanía de la opinion.
Un grupo de gente le rodea en seguida. El público aterrado se agita y se alborota: quiere saber lo que ha pasado. Al fin uno de los actores se destaca del grupo y dice en voz alta: «que el traspunte Antonio García, caminando por los telares del teatro, había tenido la desgracia de caerse. ¿Pero, está muerto?... ¿está muerto? preguntan varias voces. El actor hace con la cabeza señal afirmativa.
Sus voces languidecían; sus cuerpos, poseídos de atracción mutua e imperiosa, se juntaban como dos hojas de árbol que el viento agita. Acortaron el paso. Juan, deseoso de prolongar aquella emoción paradisíaca, exclamó sin tener en cuenta el intenso frío: ¡Qué hermosa noche! ¡Cristeta, ya eres mía! Espera dijo ella ; antes tienes que oírme.
Una idea no más; una palabra que el viento ha hecho llegar hasta mi oido ignorando el pesar que me produce. ¡Dios! ¡Idea infinita, imposible verdad, tonante dueño de cuanto en el vacío cruza, bulle y se agita arrastrado en contínuo movimiento! ¡Dios! ¡La fuerza que crea cuanto concibe el hondo pensamiento; la mano que aniquila indiferente para crear de nuevo... ¡Oscura idea!
Por el contrario, cuando la virtud está arraigada en el alma, las reglas morales llegan á ser una idea familiar, que acompaña todos los pensamientos y acciones, que se aviva y se agita al menor peligro, que impera y apremia ántes de obrar, que remuerde incesantemente si se la ha desatendido.
Esta sangre, tibio y perezoso humor que hoy apenas presta escasa animación a mi caduco organismo, se enardece, se agita, circula, bulle, corre y palpita en mis venas con acelerada pulsación.
Palabra del Dia
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