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El tabernero contestó afirmativamente con una cabezada, sin apartar la mano de la oreja, y añadió a la contestación otro ademán y otro gesto que querían decir: «adelante».

Reflexionó un momento, pensó mis palabras, suspiró, y luego me contestó: «Es imperativo, Leighton. No tengo otra alternativaPor eso he sospechado que procedió así bajo presión. ¿Cree usted que este extranjero estaba en condiciones de exigírselo? El abogado sacudió afirmativamente la cabeza.

Mire a esas gentes que tenemos a nuestros pies. Van en busca del dinero de un extremo a otro del globo. ¿Y cree usted que no sueñan? ¿Se imagina usted que en su peregrinación hacia el pan no hay mucho de ilusión, de idealismo?... Ojeda movió la cabeza afirmativamente.

Estas pequeñas causas son independientes las unas de las otras, y como es el azar quien las dirige, obran tan pronto en un sentido como en otro. Cuando el error infinitesimal es positivo, nos hace ganar; cuando es negativo, perdemos. Spadoni movió la cabeza afirmativamente, aunque sin entender gran cosa. Lo único claro para él era lo de los errores infinitesimales que hacen perder.

Pero el segundo, á la vez que movía la cabeza afirmativamente, le miraba con ojos interrogantes. ¿Qué iban á transportar en este viaje?... Tòni, no se trata de artillería ni de fusiles; tampoco de municiones... Es un trabajo corto y bien pagado, que nos hará perder poco camino en nuestra vuelta á Barcelona.

Santiago preguntó a un criado si la señora y los niños estaban ya acostados y habiéndole respondido afirmativamente, dijo a su hermano rebosando de alegría: ¿ no tocas el piano? . Pues vamos a dar un susto a mi mujer y a mis hijos. Ven al salón. Y le condujo hasta sentarle delante del piano.

Ramiro meneó la cabeza afirmativamente sin comprender, y dirigiendo la mirada hacia los infolios vio que todos ellos llevaban el mismo título: Summa Theologica, en gordas letras antiguas.

Después de contestar afirmativamente con su afabilidad no estudiada, el dignísimo Padre Gracián salió para seguir repartiendo sus cucuruchos entre las damas piadosas que sabían apreciar tan interesante objeto devoto.

Ah, la pequeña Mabel suspiró. Ya hace ciertamente diez años desde que la vi en Manchester. Era entonces una criatura como de once años, alta, de cabellos negros, bonita, muy parecida a su madre... ¡pobre mujer! ¿Conoció usted a su madre? le pregunté con cierta sorpresa. Movió afirmativamente la cabeza, pero se negó a dar mayores informes.

El alegre doctor cesó de reír ante la gravedad de Maltrana. Este le habló de Feli y de su enfermedad. ¡Vamos, es una queridita que te has echado! dijo el médico. Isidro contestó afirmativamente. ; una querida a la que amaba como muchos maridos no aman a sus mujeres; una querida que podía gloriarse de una fidelidad que pocas esposas conocían.