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Actualizado: 2 de julio de 2025
«Lo que se llama querer... dijo Fortunata haciendo esfuerzos para expresarse claramente , querer, ¿entiende usted?, no; pero aprecio, estimación sí». ¿De modo que no hay lo que llaman ilusión?... No señor. Pero hay esa afición tranquila, que puede ser principio de una amistad constante, de ese afecto puro, honesto y reposado que hace la felicidad de los matrimonios.
El barítono, que no había perdido la pista a la afición que le había demostrado aquella señora en paseo, en misa, en la calle, por medio de miradas incendiarias, aquella noche acabó de comprenderlo todo, y formó un plan de seducción, que le convenía desde muchos puntos de vista.
Un ilustre candidato Por tal arte fueron creciendo la afición de doña Luz al trato del P. Enrique y la fina amistad que le profesaba.
Hay que advertir que el hijo de Murillo fué por ellas muy apasionado, sobre todo por la pintura, la cual aprendió teniendo tan gran maestro como su padre, y al decir de Matute, cultivó el arte por afición, imitando con mucho acierto el estilo del autor de sus días.
¿Pero qué importa á vuesa merced?... ¿no ha perdido vuesa merced la afición á saberlo todo? Ven acá, Francisco; ven acá, á lo obscuro, hijo, que en ninguna parte se dice mejor un secreto que donde no hay luz, ni nunca toma mejor dinero quien, como tú, gastas vergüenza, que á obscuras. Ven acá, te digo, y si quieres embuchar, desembucha.
Su conversación con el conde Enrique acabó por infundir en su espíritu idéntica curiosidad, igual afán de saber y no menos decidida afición a toda clase de estudios.
Un rugido de entusiasmo saludó el principio de la traca, diversión favorita de un pueblo que ha heredado de los moros la afición a correr la pólvora. Pendiente de los árboles daba la vuelta al largo paseo aquella envoltura de papel rellena de pólvora, colgando a trechos los blancos cucuruchos que contenían los truenos. Durante media hora repitió el eco aquel estruendo de batalla.
Los esclavillos negros, en tallas de búcaro o en blanco y fino barro de la Rambla, brindaban con el agua cristalina y fresquísima de las fuentes más puras y nombradas. Los mercaderes de poca monta desplegaban en sus azafates de paja de la India las cintas y listones que, halagando el gusto y afición de las muchachas, hacían caer en la tentación de comprarlas a los galanes y mancebos.
1166 Ave de pico encorvado le tiene al robo afición; pero el hombre de razón no roba jamás un cobre, pues no es vergúenza ser pobre y es vergúenza ser ladrón. 1167 El hombre no mate al hombre ni pelé por fantasía; tiene en la desgracia mía un espejo en que mirarse; saber el hombre guardarse es la gran sabiduría.
Desde el momento en que media el dinero decía, ya no hay más que un negocio en el cual el corazón no entra para nada y que no compromete, de ningún modo, al agradecimiento. Doy y das. El talento mismo, en tales casos, no es más que una obligación de probidad. Había ensayado muchas posiciones e intentado diversas empresas, no por afición, sino por necesidad.
Palabra del Dia
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