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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Pero disgustados muchos de los suyos con Nuflo de Chaves por esta causa, se volvieron á su tierra. Los que se quedaron en Santa Cruz, con su afabilidad y buen trato ganaron la voluntad y afecto de los paisanos, y dividiéndolos en encomiendas les obligaron á que cada año diesen á los encomenderos algún poco de algodón y algunas vituallas en señal de vasallaje.

Al fin le entrega el pasaporte con ademan desdeñoso, baja la cabeza, y no se digna devolver el saludo que el viajero le dirige con afabilidad y cortesía. El paciente se marcha muy disgustado, pero no piensa que aquella escena haya debido modificar sus opiniones políticas.

Así es que á Montiño no le costó el ver á aquel personaje, terrible por su posición, más trabajo que el de ir al convento de Atocha. El padre Aliaga le conocía personalmente y le habló con suma afabilidad. Sentáos, sentáos, señor Francisco Montiño le dijo y sobre todo quitáos esa capa que debe helaros. ¡Ah, señor! no es la capa la que me hiela dijo el cocinero mayor.

Aconséjanle las hadas protectoras que se encamine á la ciudad de Creta, porque en ella recibirá una dicha sorprendente é inesperada. Las obedece, y gana pronto con su afabilidad las simpatías de una dama distinguida que la prohija. En la última escena, Eismena, en la flor de sus años, hereda, por muerte de su madre adoptiva, una fortuna considerable, y es solicitada por muchos pretendientes.

La práctica, dixo el oficial, es dar un abrazo al rey, y besarle en ámbas mexillas. Abalanzáronse pues Candido y Cacambo al cuello de Su Magestad, el qual correspondió con la mayor afabilidad, y los convidó cortesmente á cenar.

La generala contestó con afabilidad, y dirigió la vista a otro sitio; mas al volverla de nuevo hacia Miguel, al ver la camelia blanca en su frac y al observar su mirada fija, penetrante y un si es no es risueña, recibió tal sorpresa, que no pudo contestar a lo que, en aquel momento, le preguntaba un viejo militar que tenía a su lado.

Cuando Félix Aldea fue presentado en casa de los Algalias, el duque le recibió con la afabilidad que un caballero de su clase se creía obligado a tener con el hombre puesto en moda por la opinión y la prensa.

El marqués fuese derecho a Jacobo, que ceremoniosamente se levantaba para recibirle, y apretándole ambas manos, díjole con grande afecto: Adiós, Benito, ¿cómo te va?... siempre tan famoso... Y con protectora afabilidad diole dos cariñosas palmaditas en el hombro izquierdo.

Eran ambos de continente severo, rostro lampiño y mirada que apareciera humilde si no fuese por lo tenaz, reveladora de una voluntad poderosísima. Tenían mansedumbre en la voz, daban a sus palabras el acento de una afabilidad melosa y persuasiva, pero a veces sus pupilas parecían incendiarse en el rápido e involuntario fulgurar de una energía indomable.

Llegó su magestad, besó Memnon tres veces el suelo, y le dió su memorial, que tomó el soberano con mucha afabilidad, y se le alargó á uno de sus sátrapas, para que le diera cuenta.

Palabra del Dia

aprietes

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