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Actualizado: 27 de julio de 2025
Diógenes cerró los ojos, sosegado y tranquilo, como el niño que se duerme a la vista de su madre... Al cabo de un gran rato, dijo: María..., no me acuerdo del Credo... ¿Cómo era aquello?... «Subió a los cielos y está sentado...» ¿Dónde está sentado?... «A la diestra de Dios Padre» dijo sonriendo la marquesa.
Sin hablar una sola palabra, sin que uno ni otro sirviera de guía á su compañero, pero con silencioso y mutuo acuerdo, se deslizaron entre las sombras del bosque de donde había salido Ester, y se sentaron en el mismo tronco de árbol cubierto de musgo en que ella y Perla habían estado sentadas antes.
No mira a ninguna parte, y parece no ver todos los esplendores que se han preparado para ella. Dos o tres veces vacila y se apoya fuertemente en mi brazo, y otras tantas veces me doy vuelta yo para ver si, por lo menos, está allí Lotario todavía. ¡Alabado sea Dios!... está ahí todavía. En el comedor bulle el samovar, de acuerdo con las órdenes que di a mi hermana antes de su partida.
El aunar las voluntades familiares, cuando ya los novios están de acuerdo, es obra buena y simpática, pues tiende a proteger un amor concertado.
Con mal acuerdo había suprimido el pasear por las tardes, costumbre en él antigua; y su amigo D. Manuel María José Pez, viéndose privado de quien le hacía pareja en aquella hora de higiénico solaz, se iba tan campante a Palacio para no perder la costumbre de la compañía Bringuística.
Atraído por la fuerza del contraste, Robledo, hombre de trabajo que había sufrido en su existencia grandes estrecheces y amarguras, aceptaba con un fatalismo risueño este final de sus esfuerzos, encontrándolo lógico y de acuerdo con las ironías de la vida. Pensaba, además, en otro contraste que había acompañado á su enriquecimiento.
Sus meditaciones y estudios le habían permitido sondear el grande y temerario problema de nuestro destino total. «¿A dónde vamos a parar cuando nos morimos? Pues volvemos a nacer: esto es claro como el agua. Yo me acuerdo decía mirando fijamente á su amigo y turbándole con el tono solemne que daba á sus palabras, yo me acuerdo de haber vivido antes de ahora.
Por lo que habiéndose visto con maduro acuerdo todos estos motivos, en nombre de Dios, Nuestro Señor, y despues de él, en el de nuestro referido Monarca, Inca, vengo á convidarles mas bien con la paz y concordia, que á hacerles guerra.
Pero mándenme, y ya verán cuán viejo era mi deseo de apretar esas manos fundadoras». En Cayo Hueso hubo indecisión sobre si debía o no llamársele. Pero por fin, y por acuerdo del Club «Patria y Libertad», se le llamó.
Siempre me acuerdo de sus privaciones cuando pretendo quejarme de mi suerte. ¡Que Dios auxilie a esta pobre anciana! Mi madre me ha contado esta noche muchas cosas referentes a Mme. de Reyniere, viuda de su arrendador y algo parienta nuestra.
Palabra del Dia
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