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Actualizado: 25 de julio de 2025
Si oye unas campanadas se acuerda de la muerte; si ve una carta de luto se sobresalta un poco; si dicen en su presencia: «¡Caramba!, yo creía que se había usted muerto», entonces se pone pálida y cierra los ojos... Por eso lo mejor que ha hecho es no salir de casa para no ver a nadie ni oír nada; sólo sale de tarde en tarde a alguna novena.
«¿Quién vivía en aquella casa? Yo. Tomás Rufete tenía por vecino en el piso tercero a un licenciado de la Guardia civil. ¿Se acuerda usted? Yo no. ¿Tampoco recuerda usted cuando se quemó esa casa? De eso tengo una idea; era yo muy niña. Mi hermanito empezaba a andar entonces. Mucho, mucho. Cuando se quemó la casa, Nicolás Font... ¿El guardia civil? Estaba enfermo de gravedad.
Ante todo, mi querido amigo; ¿se acuerda usted en sus líneas principales, á bulto, del proceso de Jacobo de Freneuse? No sólo me acuerdo de las grandes líneas, sino de todos los detalles, dijo Vesín. Verán ustedes por qué.
El Cáceres estaba tan furioso, Tan altivo, soberbio y endiablado, Que no tiene en sì mismo algun reposo, Ni puede estar momento reposado. Del Provisor estando receloso, Por ver que era sagaz y redoblado, Acuerda de embarcarle en un navìo, Y él bajase así mismo por el rio.
¡Bendito sea, pues, este libro rústico y serrano, que viene cargado de perfumes agrestes, y no nos trae ni problemas ni conflictos, ni tendencias ni sentidos, ni otra cosa ninguna, sino lo que Dios puso en el mundo para alegrar los ojos de los mortales: agua y aire, hierba y luz, fuerza y vida! ¿Quién se acuerda de naturalismos ni de estéticas cuando lee la deshoja, o cuando oye las quejas de Catalina a Nisco, o cuando asiste con la imaginación al mercado de la villa?
¡La pregunta!... ¡Para cenar!... ¡La vida hay que hacerla a pesar de todo, señor vigilante! Dígame, ¿no es usted aquel hombre que concurría todas las tardes al Ministerio del Interior, y que se iba a curar en la Convalecencia? ¡El mismo, sí, el mismo!... ¿Y Vd. quien es? ¿No se acuerda de mí?... Aquel agente que le dio cinco pesos para que fuera...
¿Qué hará?... irá para tres años... ¿no, don Melchor? Por ahí, Baldomero; yo no me acuerdo bien. Pero él se acuerda bien moduló Ricardo como hablando consigo mismo; él se acuerda... ¡pobre hombre!... se ve que sufre una pena sin consuelo...
El día en que lloró usted asomado a la ventanilla, yo lo vi y estuve a punto de pedirle perdón y de saltarle al cuello, pero el orgullo me contuvo. Yo pertenezco a una raza ilustre, amigo mío, y soy la única en mi familia que se haya vendido por dinero. El día que fuimos a Pompeya, estuve a punto de descubrirme. ¿Se acuerda usted?
Rodrigo Arias, herido mortalmente con el golpe, que ha roto su yelmo, cae moribundo en los brazos de su padre, y en sus últimos momentos sólo se acuerda de preguntar quién es el vencedor. Don Diego de Lara quiere recomenzar la lid, para lograr un triunfo completo; pero se declara que ha sido vencido, puesto que ha traspasado las barreras.
Porque en un malvado de gran talento todos piensan, de un malvado necio nadie se acuerda; porque forman un vivo contraste la iniquidad y el gran saber, y este contraste hace mas notable el extremo feo; por la misma razon que se repara mas en la relajacion de un sacerdote que en la de un seglar.
Palabra del Dia
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