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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Y hubieran dado buena cuenta de la infeliz Soledad, á pesar de su corpulencia, si Velázquez, con arranque generoso, no se hubiese plantado delante de ella. ¡Nadie la toque con un dedo siquiera! Las mujeres no osaron avanzar. La fiera actitud del majo les impuso silencio por un instante. Volviéndose aquél después á su querida y sacudiéndola por el brazo la miró cara á cara con ira concentrada.

En seguida, volviéndose hacia un joven que permanecía en medio del salón en una actitud bastante embarazosa: Vamos, vete le dijo. El joven saludó y salió por la puerta del salón; era el bello Salville.

Ahí estaba, en la actitud de fiera que reposa, bien nutrida de vidas y de honras; los lamentos de las víctimas no se oían, pero quizá, aplicando el oído, se escuchara la voz doliente de los desgraciados, que la loca ambición sacrificara.

¿Pero yo qué he dicho, señor? exclamó el párroco, que se asustó un poco ante la actitud de aquel hombre, en quien reconocía la superioridad moral de un Júpiter eclesiástico.

Era lástima que sus brazos y hombros quedasen al descubierto en su deslumbrante desnudez; la severidad de su actitud sufría una alteración. Pero no podía hacerlo de otro modo. En la mesa fue colocada a la izquierda de Jacobo, que tenía a su derecha a la señora de Hermany.

Era el duque uno de esos personajes que se llaman serios; su edad rayaría entre los cuarenta y los cincuenta años; respiraba prosopopeya; vestía con una sencillez afectada, y en sus movimientos, en sus miradas, en su actitud, había más de ridículo que de sublime, más hinchazón que majestad; era un hombre envanecido con su cuna, con sus riquezas y con su privanza, que había formado de mismo un alto concepto, y que se creía, por lo tanto, un grande hombre.

A buena parte viene... Usted no puede desempeñar ningún destino, porque no sabe leer. Recibió Izquierdo tan tremendo golpe en su vanidad, que no supo qué contestar. Tomando una actitud noble, puesta la mano en el pecho, repuso: «Señora, eso de no saber no es todo lo verídico... digo que no es todo lo verídico... verbi gracia: que es mentira. A cuenta que nos moteja porque semos probes.

Sacramento se casó primorosamente vestida de blanco, adornado el traje de azahar, en actitud humilde, el pecho anheloso, las miradas entre pudorosas e inquietas, la tez descolorida cual si palideciese ante la inevitable proximidad de las caricias... y allá en el fondo del alma la imaginación alegre y licenciosa como ramera triunfante.

Todos, hombres de justicia, médicos, hasta la misma Baronesa se sentían impresionados por la ansiosa actitud de aquel desdichado: sólo la extranjera permanecía inmóvil y rígida, impasible y casi sin mirar a nadie. ¡Lo decía y lo ha hecho!... ¡Ha hecho lo que decía!... gemía la mujer junto al cadáver.

Ella le escuchó inmóvil, con los ojos bajos y las manos juntas humildemente sobre la falda. Y aquella actitud inusitada exaltaba más a Muñoz.

Palabra del Dia

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