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Aturdiose más y más Cervantes, más y más se acongojó, más y más el miedo de la justicia de Dios acometiole, y trémulo, y cobarde, hacia el aposento que había dejado tornose. En aquel punto oyose una puerta que violentamente se abría. El perro continuaba ladrando, y de improviso una mano helada asió una mano de Cervantes, y llevósele. Pero lo que aconteció requiere capítulo aparte.

En fin, la ejecución fué espectáculo que acongojó el ánimo de los que la vieronLa historia de Cosme Sevaro, es de las más famosas que registran las memorias sevillanas.

Vamos, vamos, Sr. D. Carlos dijo Zorraquín abrazando al enfermo . Ahora que los dedos se nos hacen triunfos, y tenemos a nuestro Rey con nosotros, y nos preparamos para ir sobre Madrid ¿se le antoja a usted morirse? Eso no se puede consentir. Navarro se acongojó mucho y dijo que la voluntad de Dios no le permitía guerrear en aquella grande y sublime campaña.

La Princesa se acongojó también, y se arrepintió de lo que había hecho. A pesar de su vehemente amor al Príncipe de la China, prefería ya dejarle eternamente encantado a que por su amor se derramase una sola gota de sangre. Así es que enviaron despachos al general para que no empeñase una batalla; pero todo fue inútil. El general había ido tan veloz, que no hubo medio de alcanzarle.

La imaginación excitada por el amor, da muchas vueltas... ¡Si Miguel se muriese! me digo. Esta idea me aniquila, me deja yerta, como si el cielo se desplomase... Si te murieses, ¿qué haría la pobre Lucía? Morirse también de pena; y si no se moría, peor para ella... No quiero pensar en eso, Miguel, porque toda me acongojo.

Este hombre que así se nos entró anoche, por la justicia perseguido, a ampararle obligándome, de tal manera se me ha entrado en el alma, que en él vivo y en él muero, y ansio lo que no a qué violento término, ni nunca vista ni oída pasión puede llevarme. ¡Ay, cielos tiranos, que habéis hecho que cuando yo ame, ame de tal manera, que sobresaltos de muerte sean los comienzos de mi amor!... Escucha, oye, atiende, Florela; mira lo que en este papel me dice, y cuán preñado está de peligros y temores; que él sabe, porque yo en mal hora se lo he dicho, el crudo enemigo que sedienta me tiene de desagravio; y yo me acongojo viendo en estas casi desembozadas razones del papel que el alma mía me ha escrito, que él se ha puesto en términos de darme cumplida venganza, si pudiere, de ese mi impío perseguidor; y sabe, Florela, que ese enemigo de mi reposo puede tanto y a tanto llega, que posible hallo que con una nueva desgracia aumente la saña que en mi desventurado corazón en contra de él, y en vano hasta ahora, se alienta.