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Actualizado: 10 de mayo de 2025
No siendo así, no consentiría que me acompañase con tanta frecuencia, lo que puede dar lugar a suposiciones. Mire usted, el otro día decían las vecinas.... No, no es eso. Yo no la quiero a usted sólo como amigo: yo la amo... ¿sabe usted? la amo, y soy ese hombre valiente de que usted hablaba anoche, capaz de hacerla mi esposa sin dejar abandonada a la pobre Micaela.
Se conocía que la dominaba un deseo secreto de ir sola a esa espléndida mansión de campo que era ahora de su propiedad, y que no quería que la señora Percival la acompañase. Si va a registrar la biblioteca, ¿no sería mejor, Mabel, que yo la acompañase y ayudara? le indiqué al fin. Esto es, por cierto, si usted me lo permite añadí disculpándome.
Y con la arrogancia absurda de los enamorados que no reconocen la valía exacta de los obstáculos, montó á caballo é hizo una seña al pequeño para que le acompañase. De un salto se encaramó Cachafaz en la grupa, agarrándose á las ropas de Watson, y éste metió espuelas á la cabalgadura, haciéndola salir al galope.
Y cuidado prosiguió Pilar que otro en su caso.... No, mira, si yo fuese hombre, no sé lo que hubiera hecho... eso de que un caballero acompañase a mi novia tantos días... así, mano a mano... y precisamente cuando.... A este golpe directo y brutal, alzó Lucía la frente, y posó en su amiga la mirada cándida, pero digna y aun severa, que a veces solía chispear en sus ojos.
Este despertó por sí, pero su despertar fue tremendo. Tenía inmóviles los músculos de la cara; paralizada la lengua que no podía pronunciar palabra alguna; la mirada incierta, y las extremidades del cuerpo rígidas y frías como el mármol. Ramón, desolado y lleno de terror, acudió en busca de D. Anselmo y llamó a D. Acisclo para que acompañase a su sobrino.
Sobre todo a las jóvenes les llamaba mucho la atención que acompañase a unas monjas, y me dirigían miradas maliciosas y sonrisas, por donde vine a comprender que sospechaban la admiración que las virtudes y los ojos de la hermana San Sulpicio me inspiraban.
El semblante de Felicia se cubrió de intensa palidez. Sí señora, la conozco. No la había visto más que una sola vez en su vida y apenas había tenido tiempo para grabar sus facciones en la memoria. Pero ahora más que la memoria se lo decía el corazón. Me sorprende y me alegro de que usted me reconozca. No quise que nadie me acompañase desde Entralgo. Cuanta menos gente se entere, mejor.
La anciana ama del cura era quien las acompañaba cuando iban solas y a pie a la tertulia sin que don Braulio las acompañase. Aquella noche el ama las acompañó también. Cuando llegaron a la tertulia, ya estaba en ella el Conde de Alhedín, quien de día en día iba descuidando más sus otras tertulias y diversiones, y acudiendo más temprano y sin faltar una sola noche en casa de Rosita.
Pero un día fatal hizo el diablo que don Fernando acompañase a su mujer a una fiesta de familia, y que en ella hubiera una sala, donde no sólo se jugaba la clásica malilla abarrotada, sino que, alrededor de una mesa con tapete verde, se hallaban congregados muchos devotos de los culbículos.
Y miré en torno mío, buscando al joven esposo, extrañándome de que no acompañase a su mujer. Mi yerno dijo la D'Ortlies presentándome al anciano, cuyo nombre, que no viene a cuento, pronunció con gravedad olímpica. Era un vástago de rancia nobleza, general en tiempo del Imperio, y duque y Par durante la Restauración.
Palabra del Dia
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