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Actualizado: 4 de julio de 2025


El, cada vez más atrevido, tomó otras banderillas y las clavó, desoyendo las protestas de la gente, que temía por su vida. Luego repitió la suerte por tercera vez, siempre con torpeza, pero con tal arrojo, que lo que en otro hubiese provocado silbidos fue acogido con grandes explosiones admirativas. ¡Qué hombre! ¡Cómo ayudaba la suerte a aquel atrevido!...

¡Que rabie ese rancio! decía doña Manuela, indignada al saber la furia con que su hermano había acogido tales reformas . ¿Cree que toda la vida la hemos de pasar como unos miserables, con pan y cebolla y un vestido viejo? Don Juan también hablaba, y había que oírle.

El rey firmó al mismo tiempo su contrato y su cesantía, y el duque se encontró casado y destituido el mismo día. El nuevo poder le hubiera acogido de muy buena gana entre la multitud de los tránsfugas; incluso se llegó a decir que el ministerio Casimiro Périer le había hecho algunas proposiciones. El duque rechazó todos los empleos, primero por orgullo, pero también por una invencible pereza.

Los nombres de los personajes deben de ser supuestos. Expondremos, pues, esta parte de su vida en sus rasgos más esenciales. A su regreso á Madrid de la Universidad, y contando diez y siete años, fué acogido con benevolencia en casa de una parienta rica y espléndida.

Si Madrid no se interesa por nuestras vieiras, ¿cómo va a interesarse por nuestros conflictos sociales? Indudablemente, la política central carece de sensibilidad con respecto a provincias. Al volver a Madrid, tras una ausencia de mes y pico, soy cariñosamente acogido por mi buena Rosario, una chica mitad ama de llaves y mitad cocinera, que arregla mis papeles y cuida de mi estómago.

Dentro de poco tiempo no habrá más que dos castas, la de los ricos y la de los pobres, que continuarán la lucha secular por la posesión de la autoridad y de la inteligencia. En un mundo tan abierto á la influencia del dinero y en el que las colonias extranjeras están como en su casa, Harvey no podía menos de ser bien acogido.

Continuó la cueca, interrumpida un momento por la aparición de Manos Duras, y no cesó al entrar un nuevo personaje, acogido con grandes reverencias por el dueño del establecimiento desde el otro lado del mostrador. Era don Roque, comisario de policía de la Presa y único representante de la autoridad argentina en el pueblo y sus alrededores.

No te ha hablado mal de ; te ha acogido con benevolencia y te ha convidado á comer, resumió Roussel ... ¡Ah! Hijo mío, todo esto es más grave de lo que había previsto. Veamos; vamos á poner los puntos sobre las íes, porque va en ello mi tranquilidad presente y tu seguridad en el porvenir.

Cloro, á quien antes se le ha profetizado que así él como su amigo Licinio habían de ser emperadores, acepta el proyecto, y es acogido por la princesa Irene con la mejor voluntad como su esposo prometido.

El herido se llama Don César, y finge haber sido atacado por ladrones; pero, en realidad, es un caballero del séquito del conde de Montpellier, que ha sufrido ese percance por mandato de su Soberano; estaba en relaciones amorosas con la bella Doña Serafina, amada también del Conde, y un día desenvainó contra él su espada, al intentar penetrar primero en el aposento de su amada, y, aunque huyó después de cometer este atentado, la venganza del Conde le alcanzó en su huída; es acogido con benevolencia en la corte de Bearne, en donde calla todos esos sucesos; el Duque le nombra su secretario, después de curado, y la Princesa siente por él cierta inclinación amorosa, á la que él no corresponde, ni siquiera atiende, dominado sólo por su antiguo amor.

Palabra del Dia

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