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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Al oír Morsamor las palabras de Urbási, retrajo a su memoria la imagen de Beatricica y pensó tenerla allí presente y que ella le encadenaba entre sus brazos y le besaba y le acariciaba. Como si hiriesen otra vez sus oídos, percibió las palabras de la vieja gitana que le dijo en Sevilla la buenaventura. Los cabellos de Morsamor se erizaron de espanto.
Era esto un cálculo de su avaricia. El dinero esparcido locamente, era un préstamo que cobraría con creces en un día determinado. Y acariciaba con sus ojos penetrantes al pequeñín moreno e inquieto que tenía sobre sus rodillas, viendo en él al privilegiado que recogería el resultado de todos los sacrificios de la familia.
Mina acariciaba la nuca de su hijo, y éste acogía la amorosa protección con un runruneo sordo, lo mismo que una bestezuela doméstica que siente disiparse su pavor. Pero el pensamiento de la madre estaba cada vez más lejos de Karl. Todo él era para Ojeda, que la devolvía a su pasado.
No sabes decía riendo Alicia . Cuidado, que me pinchas. ¡Qué torpe! Pero él acabó por sentirse contento de su torpeza. Acariciaba el desnudo brazo con sus dedos, se estremecía al rozar aquel pliegue de la carne que guardaba en su sombra aterciopelada cierto misterio sexual. ¡Quieto! chilló ella . No vuelvas á las andadas; mira que me enfado... Bien está así... ¡Vámonos!
¡Ya estamos solos y tranquilos! ¡Qué placer tan grande! La generala le apartó suavemente, y dejó caer la cabeza sobre el pecho. ¿No estás contenta a mi lado, Lucía? preguntó, mientras le acariciaba con ternura una mano. No. ¿Por qué? Porque te tengo miedo: porque eres un loco... y yo otra loca añadió con amargura.
Hablaron en voz baja, al mismo tiempo que el indio acariciaba las llaves y palancas de la máquina con gruñidos de satisfacción. Yo no entiendo de automóviles; pero adivinaba en aquel carruaje un organismo maravilloso que iba á obedecer fielmente al espíritu maligno de sus conductores.
Los testigos honorables esperaban que el presidente terminase su pregunta y respondían sin apresurarse, de una manera detallada. El acusado, un joven con un cuello postizo muy alto, se acariciaba el bigotito y tenía los ojos bajos. Estaba preso por distracción de fondos y operaciones financieras sucias.
Y la acariciaba, y le decía dulcemente como a una señorita: Ven acá, alhaja, tesoro, mi perla fina... Y el bueno del Papa, enternecido, decía para sus adentros: ¡Qué guapo mozo!... ¡Qué cariñoso está con mi mula! ¿Y saben ustedes lo que ocurrió al siguiente día?
»Me acerqué a ella, me senté a sus pies como siempre, y mientras acariciaba sus demacradas manos entre las mías, prosiguió: » Aún no estoy bastante fuerte para soportar las fatigas del viaje, pero papá asegura que dentro de quince días podré ponerme en camino sin ningún inconveniente.
Y sacaba de un bolsillo La fe triunfante, librito encuadernado en pergamino, de antigua y rojiza impresión, que acariciaba con un cariño feroz. ¡Bendito padre Garau!
Palabra del Dia
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