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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Dos espectadores apostrofan duramente al orador. Algunos académicos tratan de imponerles silencio. El presidente rompe la campanilla. El presidente, logrando hacerse oír: Su señoría puede hacer lo que guste, pero conste que la Mesa no le retira la palabra. El miércoles próximo continuará la discusión sobre el derecho de acrecer. Se levanta la sesión.

Palotearon los académicos, y don Cleofás se espeluzó tanto y cuanto, y el Fiscal, que era el Cojuelo, le dijo: No te sobresaltes , don Cleofás, y déjate prender, no nos perdamos en esta ocasión; que yo te sacaré a paz y a salvo de todo .

Conozco muy bien al distinguido bibliotecario, y aunque le considero con facultades para obstruir cualquier pasillo, no creo que jamás haya puesto sus felices condiciones físicas al servicio de una tan flagrante injusticia. De todas suertes, es bueno, sin embargo, dejar apuntado que he visto a algunos académicos calificar su legítima influencia en la Corporación de «funesta e insufrible tiranía».

Apenas terminados los estudios académicos, verificose en Juanito un nuevo cambiazo, una segunda crisis de crecimiento, de esas que marcan el misterioso paso o transición de edades en el desarrollo individual.

Antero pensaba que su tío era una buena persona, un militar valiente, pero algo «arrimado á la cola». D. Félix consideraba á su sobrino, á pesar de los triunfos académicos que ostentaba, como un joven superficial, uno de tantos abogados charlatanes como producía la universidad de Oviedo. ¡Qué diferencia entre estos mocosos que hablaban de todo con impertinente suficiencia y aquellos varones antiguos como su primo César, tan reposados, tan profundos, tan macizos!

Las marquesas se mezclaban con las niñeras y las criadas de servir, haciendo cola a la intemperie, durante horas y horas, para ver aquella obra, de la que se contaban tantas maravillas. Fue el Rey, fueron los ministros, fueron los académicos, fueron los obispos y los generales. Los periódicos por aquellos días hablaban de Julio Antonio con tanta extensión como si se tratara del propio Belmonte.

Algunas veces espigamos fuera de los jardines académicos, bien puedo contaros esta historia: »Conozco a una señora joven que está al día, ya lo creo, muy al día, y que es muy golosa de las producciones intelectuales, por más que es mundana, y aunque virtuosa, adora la literatura que no lo es.

El ha rehusado con una altivez que no me atrevo a calificar; dice que donde se le ha esquivado la primera vez, no quiere, a ningún precio, solicitar la entrada nuevamente; como no es posible nombrar un candidato que no visite de nuevo a los académicos, no creo, por lo tanto, que se le nombre a él.

Pasar un objeto de las manos de Juan á las de Pedro sin cierta solemnidad sui géneris, valdría tanto como para la conciencia de un cristiano viejo un buen creyente sin bautizar, símil en que, sin duda alguna se fundaron los académicos de mi lugar para llamar á dicha ceremonia mojar el asunto.

Luis Vélez de Guevara nació en Ecija, a fines de julio de 1579, de padres hidalgos, pero pobres : sabido es que la hidalguía y la pobreza casi siempre anduvieron juntas . Estudió la Gramática en su ciudad natal, y por julio de 1596 se graduó de bachiller en Artes en la Universidad de Osuna, eximiéndose por pobre de pagar los derechos académicos . Seguidamente entró a servir como paje a don Rodrigo de Castro, cardenal arzobispo de Sevilla, a quien acompañó en el viaje que hizo a Madrid y a Valencia para asistir en las bodas de Felipe III y doña Margarita de Austria, de las cuales y de sus esplendorosas fiestas trató el poeta adolescente en un poemita que hizo imprimir en Sevilla, a su regreso .

Palabra del Dia

ancona

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