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Actualizado: 20 de julio de 2025
¡Mira, mira qué cortinas! Siéntate en esa butaca, y yo a tus pies, en ese almohadón como un perrito; luego nos iremos a tu casa. Salimos acaloraos y nos da un aire... Otra cosa mejor; ven a esa silla que parece un ocho, y te doy ocho mil besos. No, chico: los besos son como las aceitunas: que abren el apetito, y tenemos que largarnos pronto.
Yo por mí no veo mas divina cosa que los padres, que aquí estan haciendo la guerra á los reyes de España y Portugal, y confesándolos en Europa; aquí matan á los Españoles, y en Madrid les abren de par en par el cielo: vaya, es cosa que me encanta.
Y se puso a echar sus miguitas a los peces, hablándoles con el cariño y el mimo de una madre que acaricia a sus hijuelos... ¡Hola, tragoncillos! ¿Hay apetito?... Vamos, haya paz, que para todos hay... ¡Mira, mira, María, cómo abren el hociquito!... ¡Qué delicia! ¡Qué monada!
Llama la vieja á un postigo: abren, y lleva á Candido por una escalera secreta á un gabinete dorado, donde le dexa sobre un canapé de terciopelo, cierra la puerta, y se marcha. A Candido se le figuraba que soñaba, teniendo su vida entera por un sueño funesto, y el momento actual por un sueño delicioso.
Al final del primer acto se enronquecen; al segundo, han perdido la voz; antes del final, tienen que huir... Y lo mismo se encuentran talentos frágiles en todas las artes: talentos en capullo que no se abren nunca, que carecen de vigor para abrirse y se marchitan y mueren. Ojeda asintió con movimientos de cabeza.
¡Todo por unos ojos que se abren a la luz... a la realidad!... No puedo apartar esta palabra de mi mente. Parece que la tengo escrita en mi cerebro con letras de fuego. Todo por unos ojos.... ¿Pero el dolor puede matar tan pronto?... ¡casi sin dar tiempo a ensayar un remedio!
Yo algunas veces, por desesperar a doña Romualda, que es la directora de mi colegio, le decía: De mejor gana aprendería con el Padre Urtazu, que con usted. ¡Y ahora pronunció Artegui, con la brutal curiosidad de unos dedos que abren a viva fuerza un capullo de flor , sería usted más feliz que nunca! ¡Digo! ¡Casarse nada menos!
Los de afuera piden hospitalidad y descanso á los de adentro, cantando la crudeza del tiempo, lo cansado de sus cuerpos y los sufrimientos de su espíritu, hasta que compadecidos los dueños de la casa abren las puertas y una vez que judíos, moros y cristianos fraternizan, se canta la pasión y después se cena. Este solo cuadro de costumbres, podría llenar un libro.
Por fin, las barreras se abren, el pueblo se precipita y las inmensas galerías que rodean la arena se llenan de espectadores jadeantes de deseo y de impaciencia. ¡Plaza! ¡plaza al alcalde, a la Junta y al señor gobernador!
Desde las nueve el aire y la luz inundan mi dormitorio. Me levantan, me visten y abren los balcones uno a uno para que el aire del mar no me sorprenda bruscamente. Hacia las diez, bajo a los jardines. Tengo dos a mi disposición: el uno al norte de la casa, limitado por un muro más complicado que la gran muralla de la China; el otro al Mediodía, bañado por el mar.
Palabra del Dia
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