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Actualizado: 12 de octubre de 2025
El aire caldeado no recogía del río ninguna humedad. Sentíase igualmente abrasador, insufrible, que en medio de la ciudad. La luz, al huirse, cambiaba poco a poco los colores del cielo, repartiendo sobre él infinitos matices, imposibles de nombrar. Sobre la tierra derramaba una triste palidez, que tornaba las cosas incoloras y las confundía y las borraba.
Y luego, dirigiéndose a mí, añadió: Yo no quisiera que se extremara tanto en sus devociones; pero no se la puede contener. Su alma es muy vehemente, y una vez que logré dirigirla al santo fin que me proponía, hase inflamado en una piedad estupenda. Es un fuego abrasador su espíritu, no un vano soplo, y la creo capaz de grandes cosas en la esfera de la vida mística que tan celosamente ha abrazado.
Es inútil pensar en agotarlo, porque cinco minutos después estará de nuevo lleno. Viene el sol al día siguiente, abrasador, inflamado, se remueve el barro para continuar los trabajos, y los miasmas deletéreos infeccionan la atmósfera. ¿Se hará el canal? Sin duda alguna, porque no es una obra imposible y los recursos con que hoy cuenta la industria humana son inagotables.
El África exhalaba su aliento cálido sobre la coqueta ciudad enardeciéndola, sobresaltándola, como una doncella que recibe el beso abrasador de su amante.
El mismo Luis Quijada anduvo á pie al lado del Emperador las tres leguas que dura el mal camino. Detuviéronse allí todos bastante tiempo, por las malas noticias que comenzaron á correr acerca de la temperatura de Yuste. En el invierno era castigado de frecuentes lluvias y de frías y densísimas nieblas, y en el verano le bañaba un sol abrasador.
Era uno de esos días de bochorno canicular a que no escapa, con ser tan empinada y ventosa, toda aquella región de Castilla. Un aire abrasador se amodorra en las navas, y el cielo sin nubes embravece su tinte como el esmalte en el horno. La peña cruje bajo la rabia del sol, el árbol se tuesta.
Precipitose en el cuarto vecino, que ocupaba Carolina; luego pasó rápidamente a su propio dormitorio, y apareció de repente ante él, erguida, amenazadora, con un fuego abrasador en los pómulos, fruncidas las cejas y contraída su garganta. Pareciole al coronel que su cabeza se achataba y se deprimía su boca como la de un ofidio. ¡Roberto! dijo con voz ronca y enérgica. ¡Oiga, coronel!
En el invierno está allá dentro mucho más caliente; en el verano, más fresco. ¿Quién no tiene miedo en los meses crudos del año á salir á la intemperie? ¿Á quién no le da pena ver en este tiempo á esos pobres segadores debajo de un sol abrasador?
Así marchó hasta la parada del mediodía, que no dudaba haría también su hombre, pues sólo un loco podía seguir viaje bajo aquel sol abrasador.
Grupos de africanos, hombres, mujeres, niños, todos desnudos casi completamente, componen la corta poblacion de San Vicente. El alma se duele y el corazon se comprime al aspecto de semejante sitio: el clima de allí, casi abrasador, como tocando con el Africa que está, hace imposible toda vegetacion: falta tierra, aire, vida, seres humanos, todo falta allí.
Palabra del Dia
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