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Actualizado: 21 de junio de 2025
Si no duermo, vale más que encienda luz y me levante, y abra el balcón y me asome a él... Pero no, tendré frío, me constiparé, cogeré una inflamación, una erisipela. ¡Ay, qué horror! Me pondré tan fea..., y es lástima, ¡porque soy tan guapa, me estoy poniendo... divina!
Y al ver que se aproximaban otros amigos, olvidaba a los burlones y seguía repitiendo: ¡Na; que no hoy mas que un hombre!... ¡El primero del mundo! ¡Y el que no lo crea que abra el pico... que aquí estoy yo! La boda de Gallardo fue un gran suceso.
Que Pereda emplea procedimientos naturalistas, es innegable; que se va siempre tras de lo individual y concreto, también es exacto; que enamorado de los detalles, los persigue siempre, y los trata como lo principal de su arte, a la vista está de cualquiera que abra sus libros; que en la descripción y en el diálogo se aventaja más que en la invención y en la composición, es consecuencia forzosa de su temperamento artístico; que no rehuye la pintura de nada verdadero y humano, y, finalmente, que ha vigorizado su lengua con la lengua del pueblo, también es verdad y para honra suya debe decirse.
1.o Que el tribunal superior ó audiencia territorial, que como se ha dicho, se compone de un rejente, cinco ministros y dos fiscales, se divida en dos salas, y se abra turno á los negocios, y con solo el aumento de subalternos está adoptada una de las medidas mas importantes para garantir y asegurar la propiedad y libertad individual conforme á la ley constitucional, que en todas instancias quiere y ordena sean diversos los jueces que fallan ; aunque mas provechoso fuera dotar aquella audiencia con dos salas de cuatro ministros en cada una, el rejente y dos fiscales por razones muy al alcance de todos, y ser la audiencia de mas estension de territorio, y la dotada con mas escasez de ministros.
A ver, D. Benito, explíquese usted... ¡por los clavos de Cristo!... Muy sencillo, amigo mío. Ayer de tarde, en el Casino, D. Juan Nepomuceno, su tío de usted.... No es mi tío.... Bueno... su.... Bien, adelante; el tío... ¿qué? Pero hijo, ¿qué le pasa a usted? Está usted palidísimo, le va a dar algo, ¿será el calor? Abriré aquí... No abra usted... hable, hable; el tío... ¿qué?
Volvió á llamar y sucedió el mismo silencio. Entonces vió lo que en su apresuramiento, en la turbación, no había visto. Un papel pegado sobre la cerradura, en que se leía en letras gordas, lo siguiente: NADIE ABRA ESTA PUERTA, DE ORDEN DEL REY NUESTRO SE
Cuando ya no quedaba del árbol una sola hoja, Meñique fue donde estaba el rey sentado junto a la princesa, y los saludó con mucha cortesía. ¿Dígame el rey ahora dónde quiere que le abra el pozo su criado? Y toda la corte fue al patio del palacio con el rey, a ver abrir el pozo.
Compárese la consideración y el respeto de que hoy gozan los artistas, hasta el punto de formar una aristocracia tan elevada y orgullosa como la de la sangre, con la protección desdeñosa que los próceres de otros siglos les dispensaban y el humillante jornal que algunos reyes solían otorgarles. ¿Qué momento más favorable puede ofrecerse para que la flor de la poesía abra sus pétalos á la luz y ostente sus colores más brillantes?
Tirso dice que esas son novedades de la ciencia, que antes no se conocían tales cosas y que no por ello dejaban de curarse los enfermos. En cambio ha logrado que mamá dé una peseta todos los meses para no sé qué hermandad o cofradía de la Limosna de la Luz, y otra para unas escuelas católicas. El día que abra yo la puerta al cobrador, le echo rodando por la escalera.
En el mismo instante dieron algunos golpes secos en una puertecita vecina al pabellón. ¿Quién es? dijo la señorita de Porhoet. Levanté los ojos y vi flotar una pluma negra por arriba del muro. Abra usted dijo alegremente desde afuera una voz de timbre grave y musical; abra, ¡que es la gracia de la Francia! ¡Cómo! ¿es usted monona? exclamó la anciana señorita. Corra pronto, primo.
Palabra del Dia
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