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Actualizado: 17 de junio de 2025


Apénas nos atrevimos á caminar por entre aquellos abismos de cristal en un trayecto de 80 á 90 metros. Nos conducian dos guias que, con el auxilio de hachas y picos, iban practicando en el hielo pequeñas hendeduras que nos servian de escalones para trepar hasta la cima de alguna onda ó colina.

Por un acto de fe, aquella señora había despreciado todas las injurias con que sus enemigos le perseguían a él, no había creído nada de aquello y se había acercado a su confesonario a pedirle luz en las tinieblas de su conciencia, a pedirle un hilo salvador en los abismos que se abrían a cada paso de la vida.

Estaba á gran altura, en la región de aves y nubes, entre dos abismos; á un lado está la negra sima de la torre; al otro la profundidad luminosa de las rocas y las vertientes alumbradas por el sol. El promontorio que sostiene el torreón parece otra torre de muchos centenares de metros de elevación. Y el río que serpentea en torno á su base no parece más que su foso de defensa.

Los ángeles que en el cielo no se sentían ni la mitad de lo felices que éramos nosotros, nos envidiaban nuestra alegría a ella y a . Pero nuestro amor era más fuerte que el amor de aquellos que nos aventajan en edad y en saber, y ni los ángeles del cielo ni los demonios de los abismos de la mar podrán separar jamás mi alma del alma de la bella Annabel Lee.

Lleno de turbación le habla de las Madres, o dígase de las ideas ejemplares, de las formas puras antes de unirse a la materia prima y producir los diversos seres; las cuales Madres, cuyos misterios el diablo no entiende, viven en el vacío eterno, fuera del tiempo y del espacio, y sólo por medio de hondísima y solitaria contemplación, reconcentrándose en el meditar, y arrojándose en horribles abismos, puede llegar a ellas un ánimo atrevido.

Por eso las palabras «padre», «madre», «hijo», «amigo», eran las únicas que dominaban aquella triste harmonía de suspiros y sollozos. ¡Terrible debía ser la pena que hacía humedecerse aquellos ojos acostumbrados á contemplar serenos la muerte todos los días, entre los abismos del enfurecido mar!

Como se encontraban entonces en la vertiente occidental del Donon, empezaban a distinguir, por el otro lado, en lo alto del cielo, el fuego de los alemanes que venían por el Grosmann. No se veía mas que los fogonazos, y algunos minutos después se oía la detonación retumbar en los abismos.

La nieve de sus picos, como obeliscos y pirámides de bruñida plata, se duplicaba por el reflejo, y a par que resplandecía en lo sumo del aire se veía en el temeroso fondo del agua, donde, duplicándose también el cielo, hacía que imaginase Morsamor que la nueva Argo estaba suspendida entre dos abismos.

Pero los hijos del Tiempo, al vencer á los gigantes, se repartían el mundo, jugándolo á la suerte. Zeus quedaba dueño de la tierra, el fatídico Hades reinaba en los abismos plutónicos, y Poseidón se enseñoreaba de las llanuras azules.

Y, según ellos, no hay más camino para conseguirlo que irse «á las Indias».... Los abismos del mar, los estragos de un clima ardiente, los azares de una fortuna ilusoria, el abandono, la soledad en medio de un país tan remoto ... nada les intimida; al contrario, todo estos obstáculos parece que les excitan más y más el deseo de atropellarlos. ¿No es cierto que en América es de plata la moneda más pequeña de cuantas usualmente circulan?

Palabra del Dia

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