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Actualizado: 17 de mayo de 2025
El cielo azulado, las llanuras de Alsacia y Lorena, y, al fin del horizonte, las de la Champaña, aquella inmensidad sin límites en la que se perdía la mirada, le producía como un desvanecimiento de entusiasmo. Parecía que tenía alas y que volaba por el espacio azul, como esos grandes pájaros que se arrojan desde la cima de los árboles a los abismos, mientras entonan el himno de su independencia.
Al fin el poeta comprendió, cosa verdaderamente maravillosa, porque los poetas, que todo lo comprenden, que saben por qué vuela tan alto el cóndor, ascienden a los cielos y bajan a los abismos y penetran el sentido íntimo de todas las cosas creadas, no son capaces de entender que sus obras a veces no gustan a los que las escuchan.
Las pequeñas poblaciones aparecen al pié de las montañas ó trepadas sobre los peñascos, como formas de fantasía ó de capricho que se ciernen sobre los abismos. Dos promontorios que se avanzan de los lados opuestos el uno hácia el otro, determinan un estrecho de poco mas de un kilómetro de anchura.
Atravése Sierra Morena, y al ver sus bosques, sus coronas de peñascos, sus abismos, sentí ya dentro de mí otro ser, otra personalidad, otro sentimiento. La idea de Dios hirió otra vez mi espíritu, levanté al cielo los ojos, y reconocí en la naturaleza el orden, en el orden á Dios. Cayó de repente el velo que habia entre mí y el mundo; mas solo por un breve plazo, solo por momentos.
De este modo la paz debe haberle sido robada para siempre, y es necesario que sea la victima del infierno. iY bien! demonio, abrevia mis angustias y haz llegar lo que debe suceder. Que la suerte de esta desgraciada se cumpla, y a lo menos precipitame con ella en los abismos."
Estremecido por el frío volvía en sí. El sueño o el cansancio le rendían luego, hundiéndole en los abismos de la nada, y su imaginación descansaba hasta que, al despertar, la esbelta figura de la niña flotaba de nuevo ante sus ojos, turbando la primer plegaria del día.
Estos fósiles reveladores que en forma de seres vivientes se agitaban hace millones de años en el légamo de los abismos oceánicos, se encuentran hoy á todas las alturas en las hiladas de las montañas.
Entonces, si no ha ablandado la nieve el calor del sol, es fácil viajar por encima de la boca de los abismos ocultos; el viajero los desconoce, como desconoce las grutas abiertas en el espesor de la montaña. Pero la vuelta anual del verano funde poco á poco las nieves superficiales.
Amarás tú mis canciones, yo el encanto que suspira tu ternura; tú mis versos, yo tus sones, tú a tu dueño, yo a mi lira ¡qué ventura! Almas para el bien nacidas que perdidos sus lamentos gimen solas, naves son ¡ay! sumergidas al embate de los vientos y las olas. ¿Lloras mi lira? ¿Estás triste? No nos suma en sus abismos la amargura.
Aterra y maravilla el pensar en los misterios de vida, de organismo mineral, que se agitan bajo la inmobilidad aparente de esas neveras allá en las profundidades insondables de los abismos subheláneos. Es de notarse que, así como la vegetacion alpestre y andina difiere enteramente, las neveras de los Alpes no tienen semejanza de composicion y vitalidad con los nevados de los Andes.
Palabra del Dia
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