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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Nunca se conocen los buenos i diestros pilotos en la bonanza, sino cuando el bajel es arrebatado por las furiosas olas, viéndose en un punto empujado hasta las nubes, i derribado á los abismos del mar, i á riesgo de ser hecho pedazos contra las rocas. Sentencia es de grandes políticos que aquel de quien todos temen está obligado para la conservacion de su vida i de su imperio á temer de todos.
Curiosos después los indios de saber á dónde había ido á parar el cuerpo, le buscaron dentro del agua; pero por más que registraron toda la laguna, nunca jamás le pudieron encontrar, dando con esto motivo para conjeturar prudentemente que fué sepultado en los abismos para hacer compañía en las penas al alma, ya que la había incitado y hecho participante de las brutales torpezas de la carne.
Estas carrozas, que ya se han sumergido en los obscuros abismos del no ser, se componían de una especie de navío de línea, colocado sobre una armazón de hierro; esta armazón se movía con la pausada y solemne revolución de cuatro ruedas, que no tenían velocidad más que para recoger el fango del piso y arrojarlo sobre la gente de á pie.
Un monstruo de los tiempos prehistóricos que volviese a colear en las aguas presentes encontraría por todas partes, en los abismos obscuros y en las orillas costeras, la misma vida e idénticas luchas que en su juventud.
O, más bien, como si flotáramos en un viscoso mar de sombras líquidas que a cada instante abriera sus abismos para tragarnos y, por nuestro menor peso, nos hiciese flotar después de zambullirnos... Y así de seguido... Algunas veces continuábamos durante años caminando y caminando sin poder adelantar un paso.
Relámpagos siniestros brotaban de ellos de vez en cuando, y después de cada uno su cuerpo se estremecía como si acabase de cometer un asesinato. Y es la verdad que allá en los profundos abismos del alma los estaba cometiendo, y á cual más horrible: porque tantas veces como la imagen de Pedro se ofrecía á su imaginación, otras tantas le cosía á puñaladas con singular deleite.
No quiere esto decir que el amor ha de estar exento de imaginación y de fantasía. Una criatura sin imaginación es como una tierra sin sol. Pero siempre conviene que la imaginación inicie su vuelo desde la cúspide del conocimiento y no desde los abismos de la ignorancia.
Andarines terribles, cazadores del Monte Perdido y desenfrenados pescadores, recorrían en barquichuelos su caprichoso mar, el golfo ó sumidero de Gascuña, dedicándose á la pesca del atún. Notaron aquellos intrépidos navegantes que las ballenas retozaban, y comenzaron á perseguirlas, lo mismo que se encarnizan detrás de la gamuza en los barrancos, los abismos y los más espantosos resbaladeros.
Hasta la idea de lo que piden y obtienen apenas se percibe por los profanos sino de un modo confuso, allá en lo más recóndito y tenebroso del alma, allá en los abismos insondables del sentir con el sentido del espíritu, abstrayéndose de los otros sentidos.
En medio del océano, las bahías, la laguna y el cerro de la Popa, vegeta Cartagena, como un náufrago que vacila entre los abismos del mar y la soledad del desierto que limita un continente. ¡Qué de recuerdos allí! ¡qué sublime pobreza! ¡gloriosa mendicidad de una reina caida que se hace respetar por lo que fué, y admirar por la majestad de su dolor!
Palabra del Dia
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