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Actualizado: 21 de septiembre de 2025
Sentado algunas veces junto a la fuente de la huerta, que desde una eminencia dominábala ciudad, viendo a lo lejos tejados y azoteas, escuchando el bullir y los ruidos que como provocación constante le traían los aires, Lázaro pensaba que aquellas eran las guaridas del mal. Sólo las cruces puestas en lo alto de las torres eran signos de redención o amparo.
Quince dias habia estabamos en Buenos Aires, cuando vino una caravela de España, y nos avisó estar en Santa Catalina una náo con 200 hombres, en que venia por capitan Alonso Cabrera. Al punto nuestro capitan mandó aprestar otra nave pequeña para que fuese al Brasil, á Santa Catalina, que distaba 300 leguas de Buenos Aires.
La mazorca ha sido un instrumento poderoso de conciliación y de paz, y si no, id a ver los resultados y buscad en la tierra ciudad más conciliada y pacífica que la de Buenos Aires.
»...O lo ensucie el uso... ¡las cosas que dice uno de repente!... O lo roben los hombres... O... lo... ensucie... el... uso...» Buenos Aires inicia su despertar con roncos e incoherentes movimientos de dormido. Hacia el oriente la vaga y tenue coloración auroral frente a la que las sombras de la noche huyen como arreadas por las guías curvas de una amarillenta luna en su último menguante.
Los frutos comerciables sobrantes de los pueblos se deberían remitir por los factores a los parajes en que pudieran tener mayor beneficio en su venta, particularmente a la capital de Buenos Aires, para que los vendiesen a beneficio de la factoría y les remitiesen con su producto lo que pidiesen; y para que este giro fuese ventajoso y no estuviese expuesto a perjuicios e inconvenientes, me parece debía establecerse en esta forma.
Pero era mayor la tristeza que la muerte de los cristianos infundió en los recien llegados, y no hallando otro modo de restaurarnos, de comun acuerdo resolvimos desamparar á Corpus Christi, y volvernos á Buenos Aires, como lo egecutamos con toda la gente.
Corre, corre a lo lejos, ¡oh corcel de mis versos! y en los aires restallen tus indómitas crines, que allí hay flores más regias y celajes más tersos, y a tus nuevos escapes más abiertos confines... ¡Va el corcel de mis versos! Y azotando sus ancas con la tralla flamígera de mi audaz fantasía, llego, al fin, a unas tierras ideales y blancas; llego, y beso entre auroras a la musa del día...
Esclava Buenos Aires Gemía en desconsuelo, Cuando brilló en el cielo De libertad el sol, Y entre flotantes nubes El astro colocando, Dijo, su sien orlando: «¡Mirad mi pabellon!» Libertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.
¡Ah, sí! cuando les ofrecía echar las puertas de los ministerios a cañonazos a aquellos bandidos rompió mi tía electrizada. Eso es, eso es, y aquella proclama al pueblo de Buenos Aires: «Os devuelvo intactas...» No, intactas no; la proclama decía «casi intactas». Bueno, es lo mismo. ¡Qué bellas frases, qué verdades de a puño! ¡Ah, qué tiempos, doctor! Esos eran tiempos de entusiasmo.
De aquí el que fiel a su destino, Martí viviera como corresponsal de periódicos, moviéndose de acá para allá, remitiendo correspondencias a un diario denominado El Partido Liberal y después a La Nación de Buenos Aires, ganándose su subsistencia modestísimamente de este modo, a fin de girar por el mundo, aunando voluntades aquí como allí, reuniendo fondos, procurando contar con la colaboración de los que podían ponerse al frente del movimiento, y no desmayando nunca ante ningún desastre, ni ante ningún desengaño. ¿Para qué dar detalles?
Palabra del Dia
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